La nieve y la magia
Durante toda la noche había caído nieve en las montañas que rodeaban el pueblo de Hogsmade, un gran manto blanco había cubierto todas las cumbres e incluso había bajado a las faldas aunque en menos medida, los habitantes de la zona sabían que aquel tiempo era de lo mas normal por la zona de las montañas y ya estaba acostumbrados, aunque era muy raro ver tanta nieve en aquella época del año, casi llegando el verano. El dueño de la taberna Cabeza de Puerco, había comentado con la señora Rosmerta que regentaba las Tres Escobas que se le hacia raro que la nieve bajara hasta aquellas cotas en aquellos días.
-Parece que alguien hubiera lanzado un embrujo del tiempo a las montañas- le había comentado mientras llevaba dos cajas de cerveza de mantequilla hacia el sótano,
-Si, si que lo parece-había afirmado la señora Rosmerta- Pero, ¿para que iba nadie a hacer nevar en las montañas?, Seguro que es algún chiquillo que le encanta la nieve y la extrañaba.
-Pudiera ser, hoy día los jóvenes utilizan la magia para casi todo- dijo el hombre cerrando la puerta del sótano con un movimiento de varita.
Los días se hacían largos ahora en Hogsmade, que se había llenado de personas indeseables, muchos de ellos eran carroñeros al servicio de los mortifagos, buscando magos rebeldes y traidores a la sangre en todas la aldeas mágicas de Inglaterra. Y aquella no era una excepción, donde antes había alegres colegiales que bajaban del castillo de Hogwarts a pasar los fines de semana al pueblo, ahora había todo tipo de truhanes y cazadores de fortuna, entre los hombres y las mujeres que habían ido llegando en estos días a la pequeña aldea apenas había sitio en los Pubs y las tiendas para nadie que no fueran ellos, hasta los vecinos de la localidad se veían investigados cuando salían de sus casas para comprar alimentos o ingredientes para pociones.
-A la señora Rigder la han mirado su cesto de ingredientes- le comentaba el dueño de Zonko a la señora Rosmerta mientras se deleitaba con un vaso de licor de fuego- Yo casi no tengo existencias de algunos de mis objetos mas conocidos, dicen que los tienen que examinar. ¡JA!, los quieren para ellos
-Están dejando el pueblo hecho unos zorros- le había contestado ella, pero se callo de forma repentina cuando entraron tres hombres y dos mujeres ataviados con sus largos abrigos negros, y un trozo de tela de color negro atado en el brazo derecho, lo que indicaba que eran carroñeros.
Ahora parecía que el pueblo fuera suyo, entraban en los lugares con malos modales, y hacían que la gente que vivía allí desde hacía generaciones se encontrara a disgusto en su propio hogar. Por las noches patrullaban las calles para buscar a traidores de la sangre y otros magos rebeldes, pero en realidad lo usaban de escasa para entrar en las casas y atormentar a los vecinos.
En la falda norte de la montaña que quedaba a la espalda del pueblo de Hogsmade había una pequeña tienda de campaña de color blanco, casi tan blanca como la nieve, aunque destacaba un poco sobre el manto blanco. Aunque pudiera parecer pequeña por fuera, por dentro era como una casa, con sus habitaciones, su salón y su cocina, de cual ahora salía un intenso olor a café recién hecho y pan tostado. En el salón junto a la estufa de leña que repartía el calor a las habitaciones estaba sentado Ángel, mirando su abrigo y su capa de viaje.
Se había levantado un poco antes que sus compañeros y había deambulado por el salón pensando en cómo podrían bajar al pueblo para hacerse con algunos vivieres o puede que hacerse con un periódico para estar informados de lo que estaba pasando fuera de allí, justo en ese momento se había despertado Miller que le había saludado con un gesto de cabeza y se había ido a la cocina a preparar desayuno para todos. Edu y Katie entraron al interior, pues habían estado haciendo la última guardia, y se acercaron al fuego.
-Ha dejado de nevar hace nada- dijo Edu tiritando
-Ahora parece que la tienda es un parte mas de la nieve - dijo Katie mirando a Ángel.
-Menos mal que los hechizos han aguantado, si no estaríamos corriendo tras ella colina abajo - dijo este
-Que bien huele, ya entra el hambre- dijo Edu mirando a la cocina
-En nada podréis comer algo dulce y rico- sonó la voz de Miller desde la cocina.
Los dos se sentaron junto a Ángel en el sofá y fueron entrando poco a poco en calor, Edu saco la varita y con un gesto empezó a salir aire caliente de la punta de la misma y con ello se fueron secando la ropa que seguía mojada. Ángel hizo lo propio para ayudar y en un abrir y cerrar de ojos ambos estaban secos y calientes.
-Voy a bajar a por vivieres y a ver si puedo hacerme con El Profeta- dijo Angel cogiendo su túnica de viaje.
-¿Estas seguro?- Dijo Miller entrando en el salón con una bandeja de tostadas- Estará lleno de carroñeros.
-Usare algo de poción multijugos y así podré entrar sin peligro - dijo Ángel mirando la mochila que había en uno de los extremos del salón, cerca de la habitación de Nuria y Fred. Se acerco y rebusco dentro hasta que saco de ella un pequeño frasco de color morado, lo miró con una sonrisa y se acerco de nuevo a Miller
Este le tendió una taza café que aún humeaba, él la cogió con la mano libre y dio un gran sorbo. Se sentó en la mesa y cogió una tostada en la que puso algo de mermelada de fresa, y se levanto con ella en la boca.
-Intentaré no tardar mucho- Dijo acabando de ponerse la túnica
-Si puedes traerme unas cosas, te lo agradeceré- dijo Miller dandole una pequeña lista en un trozo de pergamino.
-Es para lo que yo creo- dijo Ángel mirando a su amigo con una sonrisa, y el otro sonrió. Luego salió por la puerta de la tienda y piso la fría nieve.
Se asomo por el lado izquierdo de la colina, desde donde se podían ver las columnas de humo que desprendían las chimeneas de los tejados de Hogsmade. Se ajustó la tunica para taparse el cuello y bebió el contenido del frasco de un trago, y empezó a notar los efectos enseguida, su piel burbujeó y su pelo se fue aclarando hasta quedar blanco, su cara se lleno de arrugas y noto que creía un par de centímetros. Ahora un hombre adulto de pelo cano, y con arrugas bajo los ojos, con una frente amplia y surcada de arrugas oculto bajo una capa marrón de viaje miraba con preocupación el cercano pueblo de Hogsmade, sabia que si algo fallaba tendría que ser rápido, un fuerte crac acompañó su desaparición.
Aparecerse en un pueblo muggle requería que nadie te viera, pero aquel no era un pueblo muggle, era una comunidad mágica, asi que cuando un crac lleno la calle mientras un hombre alto, de pelo cano y con una larga capa de viaje marrón apareció en mitad de la calle principal nadie se giró para mirar, era algo muy habitual que no llamaba la atención de los lugareños. Pero en aquel caso, su aparición atrajo la mirada de dos hombres jóvenes, vestidos con unos chaquetones largos y marrones, con un trozo de tela negra atados en su brazo derecho.
-Carroñeros - pensó Ángel al verlos. Luego se tranquilizo un poco y les hizo un gesto con la cabeza al cual estos respondieron.
Bajo por la calle y se detuvo en la tienda de comestibles, donde adquirió un par de bolsas con comida variada, repaso la lista de Miller para asegurarse de que había conseguido todo, aun le faltaban un par de cosas que tendría que conseguir en HoneyDuke, la tienda de golosinas que había mas abajo. Salió de la tienda con sus bolsas y fue recorriendo la calle, parecía como si el pueblo estuviera vacío, apenas se encontró a algunos vecinos que le miraron con extraña expresión. Se había olvidado que ahora tenia el aspecto de un auror del ministerio y parecía desentonar en aquel lugar. Compro el resto de la lista en la tienda de golosinas y algunas cosas mas, también consiguió algo de cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas, donde se hizo con un ejemplar del profeta.
Al salir para encaminarse a las afueras del pueblo, se dio cuenta de que tres carroñeros lo miraban con expresión de asombro y noto que empezaban a seguirle, no era posible que le hubieran descubierto, o puede que la persona en la que se había convertido no fuera partidaria de los mortifagos, fuera como fuere empezó a meterse por las estrechas calles intentado despistarlos, pero no fue así.
Empezó a trazar un plan para intentar libarse de ellos sin tener que llamar demasiado la atención, no quería que la mirad de los carroñeros del pueblo se le echaran encima. Durante dos calles enteras planeo su próximo movimiento con mucha cautela. Se paro de prono y se giró hacia sus perseguidores.
-¿Os puedo ayudar en algo?- les espeto con voz ronca y seria
-¿Que hace un auror tan lejos de ministerio?- le dijo uno de los carroñeros en tono burlón
-Indagar, seguir pistas, ya sabéis, trabajo de auror- dejo las bolsas en el suelo y se cruzo de brazos. Era bastante mas alto que los tres y ahora en aquella postura amenazante parecía que no estaban muy seguros de lo que hacer.
-¿Y que es lo que buscas?- le pregunto otro mirando a sus compañeros
-¿Acaso eres un superior?, ¿o es que debo darte cuentas porque llevas esa basura atada en un brazo?-le dijo muy serio y con tono desafiante, bajo los brazos a la altura de la cintura y los tres carroñeros se detuvieron en seco- Soy un auror de ministerio de magia de Inglaterra y solo debo dar cuenta de mis actos al ministro, no a unos mequetrefes con pretensiones.
Su tono fuerte y decidido hizo que uno de ellos diera un par de pasos atrás, y los otros dos se miraran el uno al otro con cierto desconcierto. Sabían perfectamente que seria un error garrafal enfrentarse a un auror, y mas aun a este que tenían delante con aspecto intimidante. Uno de ellos hizo el gesto de buscar algo en un bolsillo, y Ángel simplemente reaccionó, saco su varita con una rapidez pasmosa y antes de que nadie pudiera decir o hacer algo apunto con ella al carroñero y gritó
-Impedimenta- dos largas cuerdas salieron de la punta de su varita y ataron al hombre de cintura para arriba, una de ellas se aferro a su garganta y el hombre intento respirar con fuerza pero la cuerda le comenzó a asfixiar.
Los otros dos le miraron con cautela y él les miro con el ceño fruncido y se acerco al hombre que estaba en el suelo tratando respirar, con sus manos y sus brazos atados con firmeza por la otra cuerda.
-No pienses ni por un segundo, que no sería capaz de dejarte aquí, tal y como estas, siendo asfixiado hasta el final- le dijo inclinándose sobre el carroñero- Si buscas problemas con un auror es probable que termines en San Mungo, o una celda de Azkaban perdiendo la cordura día a día junto a los dementores. Así que, la próxima vez ten mas cuidado - hizo un gesto con la varita y las cuerdas se aflojaron y cayeron al suelo inertes.
El carroñero lo miro con los ojos muy abiertos desde el suelo y asintió con la cabeza mientras tosía y se frotaba el cuello, los otros dos también asintieron cuando Angel se giro para mirarles. Se puso en pie, recogió las bolsas y empezó a caminar por donde había venido.
-Ah, y nos os quedéis mucho por aquí- les dijo sin volverse pues notaba como la poción perdía su efecto - Estáis molestando a estos tranquilos magos.
Doblo la esquina con prontitud y empezó a correr, poco a poco noto como se iba transformando nuevamente en si mismo, y tenia que salir del pueblo lo antes posible, giro de nuevo a la derecha, luego a la izquierda y salió a un pequeño descampado antes del bosque y se desapareció.
Las manos le temblaban como si estuvieran congelado cuando volvió a aparecerse cerca de la tienda, el miedo había sido su aliado en aquella ocasión pero ahora notaba como también había sido su enemigo, no temblaba de frio, eran nervios y tensión. Miró hacia la entrada de la tienda y respiro con calma un par de veces hasta que noto que ya no temblaba. Se ajusto la capa y subió por la pequeña pendiente para enfilar la entrada, allí estaba sentado George.
-¿Todo bien?-le preguntó
-Si, todo bien, tengo todo lo que necesitábamos- le dijo Angel sonriendo.
-Incluido aquello- le dijo George con un guiño
-Si, Miller me dio la lista, ahora tenemos que ver como podemos hacerlo sin que se den cuenta- respondió Angel.
-Eso es cosa mía - le dijo el otro sonriendo.
En el salón se habían reunido todos, y estaban cerca de la estufa de metal, Fred mantenía la puerta abierta para poder meter otro leño en el fuego, para asi mantener el calor dentro de la tienda pues fuera seguía nevando y el viento seguía repartiendo su lastimero canto por las montañas, como si la propia cumbre se quejara del frio y la nieve. Miller pasó corriendo hacia la cocina con las bolsas y detrás iba Angel que llevaba otra bolas mas pequeña y de cuero en la cual había ingredientes para pociones. La deposito con cuidado en el centro de la mesa del comedor y se acercó al fuego junto con los demás.
-¿Has tenido problemas?- le preguntó Nuria cuando este se sentó a su lado.
-No, un encuentro con uno carroñeros, pero lo solucioné sin problemas- dijo mirándola con una sonrisa en los labios
- Espero que al menos nos hayas traído algunas chucherias para después de la comida - dijo George de pie al lado del sofá
-Si, HoneyDukes estaba abierto, asi que aproveche el viaje para traer algunos dulces, chocolatinas y caramelos.- dijo Angel mirando hacia la cocina.
-Chocolatinas, hacia tiempo que no las teníamos - dijo Emily sentándose entre los pies de Ángel que la besó suavemente en la cabeza.- Que bien.
Edu y Katie estaban haciendo las camas con ayuda de las varitas, ya que habían sido los últimos en acostarse se habían encargado de esa tarea, después se cogieron de la mano y se acercaron junto al fuego con los demás. Empezó una tranquila charla sobre Hogsmade, recordando los días en que bajaban con los otros alumnos de sus casa a comprar chuches en HoneyDukes que siempre estaba lleno de alumnos de Hogwarts, había días que apenas si se podía entrar en la tienda y había largas colas en la puerta para poder acceder al interior. Se acordaron de la primera vez que pudieron entrar en Las Tres Escobas y sentarse en una de las mesas redondas de madera de roble, con aquellas sillas de patas gruesas, bebiendo con calma unas cervezas de mantequilla que la señora Rosmerta les servía con una gran sonrisa. Pasear por las calles llenas de tiendas, y ver los trineos deslizarse por las laderas cercanas, parecía que el propio pueblo se reía con la diversión que contagiaban los muchachos. Nuria recordó su tarde con Fred en la tienda de té de Madame Tudipié, el lugar donde iban las parejas a pasar una agradable velada, entre tazas de té, y besos, les contó como Fred la había besado por primera vez allí y que ella se había puesto colorada y sin saber donde esconderse, pero él la había calmado cogiéndola de la mano y susurrándole “Si no me lo quieres devolver no pasa nada, lo guardare como un tesoro en el baúl de mi corazón”, las chicas soltaron un OHHH, y los chicos sonriendo miraron a Fred que en esos momentos disimulaba intentando buscar otro leño para meter en la estufa, pero la cesta estaba vacía.
-No seas bobo - dijo Nuria con ternura- Con aquel beso ya me habías ganado.
-Y tu con aquella mirada que me echaste en clase de vuelo - le contesto él
Ambos se sonrieron y él alargó la mano para coger la de Nuria, se quedaron asi un momento que para ellos parecía haberse detenido en el tiempo, hasta que las miradas fijas en ellos del resto de compañeros les hizo volver a la realidad.
-¿Que vamos a comer hoy?- dijo Nuria intentando disimular un gallo en la voz
-Patatas con carne, con ensalada de guarnición y pan recién horneado.-se escuchó la voz de Miller desde la cocina- Estoy en ello, paciencia.
Chiara que estaba sentada a la derecha de Nuria se levantó y fue a la cocina, todos la perdieron de vista una vez hubo pasado las cortinas que separaban la misma del salón.
-¿Tienes los ingredientes para la tarta?- le susurró a Miller
-Si, pero si digo que hay tarta de fresas se van a dar cuenta- le dijo él mirando hacia la sala
-¿Crees que les va a gustar?- dijo ella entusiasmada
-Eso espero, ha sido un quebradero de cabeza, más aun si tenemos en cuenta nuestra situación- dijo Miller yendo de un lado a otro - Creo que algo así en estas duras circunstancias puede ayudarnos mucho a todos, pero especialmente a ellos, que se han perdido su celebración.
-Eres un romántico cuando quieres- le dijo ella cogiéndole por las mejillas y dándole un beso en los labios
-Tengo una fuerte inspiración cuando te miro- le dijo el chico y ella se sonrojó.
Mientas, en el salón los chicos seguían chalando amigablemente sobre los días de diversión en Hogsmade, y las clases de Hogwarts sobre todo las que daba el profesor Dumbledore de vez en cuando, ya que como director del colegio de magia y hechicería apenas impartía clases; pero cuando lo hacia era un espectáculo para todos los alumnos.
-Aún recuerdo cuando hizo aparecer una enorme niebla sobre todo el valle, y luego iluminaba algunos arboles y teníamos que averiguar qué árbol era - dijo Emily
-Ese día estábamos todos en el patio del colegio intentado averiguar cuantos mas arboles mejor, eran puntos para las casas- dijo Katie
-Si, y al final dio la misma cantidad a todas las casas, y cenamos como si fuera el día de Halloween- dijo Fred
Todos sonreían y se miraban unos a otros, aquellos bonitos recuerdos eran la base de su lucha y de su esperanza, y eso les hacía sentirse como en una familia todos juntos en aquella tienda, o en una cueva, o donde fuera siempre que se mantuvieran juntos, y asi lo sentían todos y cada uno de los allí presentes, hasta Miller y Chiara que estaban en la cocina podían sentir aquella conexión de hermandad que ahora les unía mas que nunca.
Chiara salió al salón e hizo un gesto a George que la miraba, este asintió y luego se movió hacia el sofá y le toco en le hombro a Edu, este lo miro y también asintió.
-Creo que voy a ir por algo mas de leña - dijo George
-Espera, te acompaño- dijo Edu
-Hey, voy con vosotros. Quiero ver la nieve - dijo Katie
-Si, yo te acompaño que te quiero contar una cosa de la poción esa que hablamos- dijo Emily
-Pues si es la que creo yo también quiero saberlo - dijo Ángel
Fred y Nuria se quedaron solo en el centro del salón mientras miraban con algo de asombro a sus amigos, que se ponían capas gruesas para salir al exterior, y se juntaban en la puerta de la tienda.
-Pero, ¿os vais todos?- dijo Nuria
-Todos no- se escuchó a Miller desde la cocina-Ya que estáis ahí, podéis poner la mesa
-Vale, vamos a ello- dijo Fred que se quedó mirando a su hermano salir al exterior
Sacaron los platos de la pequeña alacena que había cerca de las cortinas de la cocina, y los hicieron desfilar levitando hacia la mesa, colocándolos en los sitios marcados por las sillas que había alrededor de la misma. Fred coloco luego los vasos y trajo algunas servilletas de los cajones de la mesa. En nada tuvieron lista la mesa para que comieran todos, y como no sabían que mas hacer, se sentaron en dos sillas, uno al lado del otro y se quedaron mirándose con ternura.
Chiara salió y con un movimiento de varita hizo aparecer un gran jarrón con flores de color rojo, naranja y amarillo en el centro de la mesa, con otro gesto apareció un gran mantel con los colores de la casa Gryffindor que cubrió la mesa mientras hacia levitar los platos, que luego bajaron lentamente para ocupar su lugar. Volvió a la cocina y dejó allí a Nuria y Fred que se miraban perplejos.
Miller salió al salón con una olla grande levitando cerca de su cabeza, y dos bandejas a los lados, todo fue con calma hacia la mesa y se posó en el centro. Una bandeja tenia un gran pollo dorado con una salsa de verduras y frutos rojos, en la otra había patatas fritas, pan tostado y puré de patatas. Y la olla fue al mismo centro de la mesa.
-¿Que es todo esto?- dijo Fred mirándole
-¿Y toda esta comida?- dijo Nuria mirando la mesa
-Bueno, hemos estado hablando todos juntos- empezó a decir Miller abrazando a Chiara- Con todo este jaleo os habéis perdido vuestro primer aniversario de Casados, y creemos que dentro de toda esta oscuridad que estamos viviendo ahora, con los carroñeros, los mortifagos y quien vosotros sabéis de nuevo por aquí; un poco de amor y romanticismo pueden traernos luz y esperanza, y mas aun a vosotros que apenas habéis podido disfrutar de vuestra recién estrenada vida juntos.
-Ademas sois nuestros amigos- dijo Chiara- Y os merecéis lo mejor, y aunque solo podamos daros algo así , esperamos que os guste y lo disfrutéis tanto como nosotros preparándolo. No ha sido fácil, pero tienes un hermano que sabe como distraerte.
-Si, creo que si él me faltara no estaría del todo completo- dijo Fred mirando a Chiara
-Muchas gracias de verdad, no se que decir- dijo Nuria con lágrimas en los ojos.
-No tienes que decir nada, solo disfrutar y demostrarle a este gamberro cuanto lo quieres - dijo Miller sonriendo
-Pero, ¿Y vosotros?- dijo Fred mirando como la pareja se encaminaba de la mano hacia la puerta.
-¿Nosotros?-dijo Miller ayudando a Chiara a ponerse la capa de invierno- Vamos a comer, hemos encontrado una vieja cabaña de caza a un kilometro de aquí, y ya tenemos allí a los demás con la comida esperando. Ahora no digáis más y a comer. Hasta luego.
-Os vemos luego pareja- dijo Chiara con un guiño.
Nuria y Fred se quedaron mirando la puerta como si fuera a abrirse de pronto, pero no lo hizo. Así que se miraron el uno al otro y empezaron a reír, luego miraron la mesa con la cantidad de comida, y después se fijaron que había una tarta en forma de corazón con fresas adornando los bordes levitando en la puerta de la cocina.
-Podemos decir que el amor está en el aire- dijo Fred riendo.
- Anda, no digas tonterías y tráela aquí, tiene una pinta deliciosa- dijo Nuria riendo también.
La vieja cabaña de piedra con tejas de color negro, estaba en el claro de un bosque cercano a la falda este de la montaña, tenia una pequeña cerca de piedra que cerraba un pequeño jardín con un camino de piedra que llevaba a la puerta de entrada, vieja y desvencijada se sostenía sobre su marco sin saber como, las dos ventanas que tenia a cada lado estaban cerradas por unas contras de madera cuyo color se había ido apagando con el tiempo, ahora con trozos del barniz colgado sobre el césped del jardín. Por debajo de la puerta se podía ver una pequeña luz naranja, como si alguien hubiera encendido la vieja chimenea, que ahora expulsaba humo blanco por su boca en el tejado. El crac que acompaño la aparición de Miller y Chiara apenas se escuchó con el fuerte ulular del viento entre los arboles, que se movían al compas de su canción, y dejaban caer la nieve de sus ramas mas bajas sobre el manto blanco que cubría el suelo del bosque.
Ella sonrió a su acompañante y le beso en los labios, él se sintió afortunado de poder sentir aquellos labios acariciando los suyos, y notar el calor de su mano sobre la suya, ahí en aquel bosque nevado y con frío cortando su cara parecía que estuviera en una nube cálida y tranquila. Ella podía leer su mente y sonrió de nuevo.
-Espero que nosotros podamos disfrutar de algo similar un día- dijo Chiara
-Ahora mismo es lo que mas deseo. - le dijo él y la beso de nuevo.
-Si seguís asi al final nos vamos a comer toda la comida- la voz de Angel surgió de la puerta abierta.
Ambos le miraron sonriendo y entraron en la pequeña estancia, los demás estaban sentados en la mesa que había en una de las esquinas cercanas a las chimeneas, con un banco pegado a la pared y algunas sillas en el otro lado, la comida estaba en los platos y los vasos llenos de cerveza de mantequilla y algunos platos ya en la pequeña pila que goteaba agua por el grifo. Se sentaron junto a Emily que abrazo a Chiara y ella la sonrió.
-¿Que tal, les ha gustado?- le preguntó
-Si, les ha encantado - le contestó Chiara- Se les ve muy ilusionados.
-Seguro que no se lo esperaban - dijo Edu bebiendo un sorbo de su vaso
-Hombre si se lo esperaban es que no lo habíamos ocultado muy bien - dijo George con un trozo de pastel en la mano- Seguro que mi hermano aun está pensando el como
-Creo que ahora estarán a otras cosas en vez de a pensar como sus amigos les han dado una sorpresa - dijo Emily riendo
-¿Nos dejaran algo de tarta?- dijo Angel
-Anda que no eres tu goloso ni nada- dijo la chica
Todos rieron y se pusieron a hablar sobre cuanto tiempo debían de darles antes de regresar, no quieran llegar y estropearles la velada, pero en algún momento deberían regresar para planear de nuevo su entrada en Hogwarts a través del pasadizo que unía la casa de los gritos con el viejo sauce boxeador que había en los jardines del colegio. Habían revisado el plan muchas veces, pero siempre había algo que podría salirles mal, así que no estaba de mas darle otro repaso antes de llevarlo a cabo.
-Creo que Alicia está aún dentro- dijo George con tono soñador- Espero que esté bien.
-Dentro de poco lo descubriremos - dijo Miller con un tono muy serio- Nuestros amigos y compañeros están ahí dentro, y ahora ya no es el colegio agradable y tranquilo que conocimos. Y nosotros debemos ser parte del cambio, puede que no lleguemos a cambiarlo del todo, pero si no hacemos nada si que no cambiara nada. Si nos quedamos de brazos cruzados mientras otros sufren no somos mejores que los carroñeros.
-Tienes razón - dijo Edu- Ahora podemos clavar una espina en la pata del señor tenebroso, y eso me gusta.
-Va a ser algo duro, pero seguro que también será divertido - dijo George
-Sea como sea, en breve lo descubriremos- dijo Emily, a lo que Katie y Chiara asintieron.
Estuvieron durante horas chalando y luego recogieron los platos y los vasos que entraron volando en una de las bolsas que habían traído con ellos antes de preparar la sorpresa de Nuria y Fred, junto con la comida, leña para la chimenea y la cerveza de mantequilla. Miller hizo un gesto con la varita y el fuego que ardía en la chimenea se apagó al instante, dejando solo unos rescoldos fríos en el fondo. Luego se encaminó a la puerta y echando un vistazo al interior la cerró tras de si con otro toque de la varita para salir al frio de la tarde, pisó la fría y reciente nieve y se reunió con sus amigos al otro lado de la cerca de piedra donde le esperaban para desaparecerse en dirección a la tienda de campaña.
Los crac acompañaron su llegada a la entrada de la tienda, y una vez allí Emily y Edu repasaron los encantamientos de protección que cubrían la tienda y la hacía prácticamente invisible e inmune a los efectos climáticos. Luego fueron entrando de uno en uno por las cortinas que dejaban paso a una puerta de entrada como la de una casa, y al abrirla se encontraron a Fred en camiseta de manga corta y descalzo, de pie paseando cerca de la estufa con los brazos cruzados sobre el pecho, Nuria estaba sentada con una bata en el sofá y sostenía en sus manos el periódico El Profeta que había traído Angel de Hogsmade, tenia la cara llena de lágrimas y con una tristeza marcada. Levantó la vista hacia sus compañeros que la observaban de pie en la entrada del salón, como si se hubieran quedado de piedra al verlos allí.
-¿Que sucede?- dijo Chiara acercándose a Nuria, el resto empezó a moverse por el salón, dejando mochilas y capas donde podían.
-Nos acabamos de enterar, lo han destruido todo - dijo ella con mucha seriedad
-¿El que han destruido? - dijo Edu
Nuria levanto la vista hacia Miller y Fred se giró también hacia para mirarles con una cara muy apagada y seria.
-Tú casa, la han quemado hasta los cimientos- le dijo de pronto
-¿Mi casa?- balbuceó Miller- Pero... ¿como?, ¿cuando?
-Está todo aquí.- Nuria señaló el periódico, y lo abrió - Ayer la pequeña comunidad mágica del sur de Londres se vio empañada por el desastre, una casa en la calle Great Wall del pueblo de Bibury se ha quemado por completo, al parecer y según las investigaciones del departamento de uso indebido de objetos mágicos el morador de la casa utilizó un creador de llamas mágico para encender el fuego de la cocina y este se descontrolo provocando un fuerte incendio que arrasó por completo la casa y una carpa aledaña a la misma. Según parece la casa estaba ocupada por unos magos rebeldes que pretendían utilizarla como casa franca en su lucha contra el actual ministro de magia. Podrían tratarse de seguidores del célebre asesino en serie Sirius Black, que como ya saben murió en un asalto al ministerio de magia de Londres el pasado mes. Se han encontrado los restos de los animales que tenían en la carpa que estaba en el jardín de la casa, posiblemente criaturas oscuras para utilizarlas en su ataque, o para utilizar sus partes para realizar pociones o venenos. Aún siguen las investigaciones por parte de los miembros del departamento de uso indebido de objetos mágicos.
Cuando terminó de leer aquel artículo dejó caer el periódico sobre el suelo y rompió a llorar, Chiara la abrazó entre lágrimas y miro a Miller que se dejaba caer sobre una silla como si pesara una tonelada, todos se quedaron muy callados, y Emily se abrazó a Ángel y Katie hizo lo mismo con Edu, George se acercó a su hermano le acaricio el hombro.
Ahora mismo parecía que el mundo se acaba de parar y caer sobre ellos, la casa que había sido su hogar había sido destruido, todos los libros y objetos personales que habían dejado allí ahora eran un mero recuerdo, solo se habían salvado aquellos que se habían llevado con ellos, el cuadro de San Mungo que Nuria llevaba en el saco sin fondo, los libros de hechizos de Dumbledore y algunas posesiones mas personales que se habían llevado por si podrían serles de utilidad, el resto había sido pasto de las llamas. Aquellos animales que habían cuidado y convivido con ellos, ahora se habían ido, y eso era un pesar para Fred y Nuria, que los habían criado.
-Es todo culpa mía- dijo Miller en tono muy bajo- Si no os hubiera llevado allí, ahora no lo habríamos perdido todo.
-Tu no has quemado la casa, ni matado a nuestros animales - dijo Nuria de pronto - Han sido ellos, esos mal nacidos sin escrúpulos ni corazón. Tú nos diste un hogar, un lugar donde sentirnos como un familia, con las habitaciones adaptadas a cada uno de nosotros, nos cuídate y nos diste de comer. No, no ha sido tu culpa, ellos y solo ellos merecen sentir ese peso, de no ser por ti no estaríamos juntos, y puede que ni siquiera vivos.
-Tiene razón - dijo Chiara- Tu nos reuniste y nos diste una razón para seguir, para unir los lazos que nos han hecho mas fuertes, que nos hacen ser la familia que somos.- Le abrazo y le dio un tierno beso en la mejilla, él con la cabeza entre los brazos no hacia mas que mirar al suelo, sentía que les había fallado.
-Si de algo tienes la culpa de ser amigo de tus amigos- le dijo Fred acercándose a él.
-Si, mira lo que has preparado para Nuria y Fred- dijo Emily - Solo te has preocupado por nosotros todos y cada uno de los días que hemos estado juntos.
-Si algo tengo claro, es que he pasado de tenerte manía cuando estábamos en el colegio a considerarte como un hermano - dijo Angel- Y ahora te necesitamos mas que nunca, no puedes hundirte y dejarnos aqui solos.
Miller levantó la cabeza y miró uno por uno a sus amigos, sus vida se habían entrelazado bajo aquel techo, y ahora seguían unidas bajo el de aquella tienda en mitad de la montaña.
-Somos una familia, y ahora mas que nunca tenemos que hacer de tripas corazón y seguir adelante- dijo Miller- Tenemos que entrar en Hogwarts y ayudar a nuestros amigos, esa es nuestra principal causa, todo lo que hemos perdido, todo lo que hemos sacrificado nos ha llevado hasta aquí, y nos llevará por el pasadizo hasta los terrenos del castillo. No vamos a dejar que se sientan solos y desamparados. Si los mortifagos juegan sucio, nosotros haremos algo parecido, y trataremos de traer luz donde solo hay oscuridad. Si un fénix puede resurgir de sus cenizas, ¿porque nosotros no podemos hacer lo mismo?
Todos le miraron con asombro, se había puesto de pie cuan alto era, con los puños muy apretados y la mirada pasando de uno a otro de sus amigos, tenia en la mano derecha la varita y la apretaba con tanta fuerza que no había notado que había hecho sangre en la palma, está goteaba por sus dedos y luego caía sobre el suelo de la tienda dibujando un circulo rojo a sus pies.
-Todos iremos contigo- dijo Fred- No creo que nadie de esta sala piense distinto que tú.
Todos afirmaron con la cabeza y se pusieron en pie.
-Mañana entraremos en el colegio- dijo Miller- Pase lo que pase, quiero deciros a todos y cada uno de vosotros que os agradezco el estar aquí, somos mas fuertes juntos.
Agarró con fuerza la mano de Chiara que le miraba muy seria, pero con los ojos anegados en lagrimas, Nuria se ajusto la bata, y miró a su amigo con la tristeza dibujada en su rostro, Fred y George uno al lado del otro asintieron y se miraron, Edu y Katie que estaban abrazados cerca de la mesa, se separaron un poco para asentir, y Ángel y Emily hicieron lo mismo.
La nieve paró de pronto de caer en el exterior de la tienda, y el viento empezó a amainar. La fina capa de nieve recién caída se fue asentando poco a poco y ahora parecía que aquella mota gris en medio del manto blanco sobresalía mas que antes, la tienda ya no se movía con el viento y allí, estática sobre uno de los salientes de falda de la montaña observaba las nubes oscuras que se deshacían como si se tratara de jirones de algodón de azúcar disueltos en un algo de agua azul que se empezaba a aclarar.
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