Imperius
Después de dejar la casa del número 33 de Great Wall a través de la chimenea del salón, Fred sintió que la velocidad inicial que había sentido al ser devorado por las llamas verdes, estaba disminuyendo; lo cual indicaba que estaba llegando a su destino, el hospital San Mungo, en el corazón de la ciudad de Londres. Se apareció en la chimenea de hay en el vestíbulo de recepción, una vez salió de la misma y se acercó al mostrador donde había una bruja vestida con capa blanca y un ribon de color rojo escarlata en la solapa le preguntó con aire despreocupado:
-Motivo de la visita
-Vengo a ver a Arthur Weasley- dijo Fred sacudiendo la ceniza de la capa que le cubría.
-Primera planta, sala de mordeduras- dice la bruja sin levantar la vista de unos papeles que tiene en la mesa.
Fred ya conocía el camino, así que entró por las puertas dobles que conducían al pasillo de la planta baja y a las escaleras que le llevarían a la primera planta. Comenzó a subir poco a poco y se dio cuenta que delante suyo, como unos cinco peldaños caminaba una mujer, vestida con capa azul añil, sin sombrero y con el pelo caoba corto a la altura de los hombros. En el rellano de la primera plantarse detuvo y miró un cartel con los distintos indicativos sobre las plantas del hospital, Fred pasó a su lado para abrir la puerta que daba al pasillo de su planta.
-Perdona- la mujer se giró hacia el, y el la miro- Sabrías decirme donde están los magos afectados por encantamientos.
-Creo que en la tercera planta-dijo Fred distraído.
-Podrías señalarlo, es que aquí no lo veo-afirma la mujer señalando el cartel
Fred se aleja un poco de la puerta y se gira, la mujer le mira con unos ojos verde cobalto, su esbelto rostro denota belleza pero a la vez tiene una mirada de despiste. Fred se gira por completo y deja que la puerta se cierre para volver sobre sus pasos, se acerca al cartel y lo revisa con el dedo. Los daños provocados por encantamientos se encuentran en la planta cuarta y no en la tercera como él creía.
-Si, están aquí en la planta cuarta. ¿Lo ves?- levanta un dedo y señala el rótulo.
-Ahhh es verdad, que despiste tengo, muchas gracias- dice la mujer mirando intermitentemente a Fred y el cartel, luego se gira hacia las escaleras y Fred hace lo propio para abrir la puerta de nuevo y volver al pasillo que le llevará a la sala donde se encuentra su padre.
No tiene que recorrer mucho el pasillo, la sala de mordeduras está a unos metros de las escaleras de acceso, en el pasillo se encuentra con Damilia que va distraída mirando su carpeta de madera, y al pasar por su lado levanta la cabeza y saluda al Weasley con un movimiento distraído de mano; este le devuelve el saludo con una frase ingeniosa en la boca, que no va a ningún lado ya que la sanadora sigue su camino, hasta chocar con la puerta del rellano la saca de sus pensamientos y mirando a todos lados la abre como quien la hubiera visto por primera vez. Fred ahoga una risa, pero sabe que su hermano y él se van a reír cuando se lo cuente mañana. Sigue caminando un poco más y abre la puerta que tiene a su derecha, entra en la sala penosamente iluminada por unas esferas de color blanquecino y al fondo ve a sus padres, el dormido en la cama con las gafas colgando de su nariz y el periódico El Profeta en el regazo; su madre relee un número atrasado de la revista Corazón de Bruja, en la portada una foto del antiguo profesor de defensa contra las artes oscuras Gilderoy Lockhart sonríe y saluda mientras guiña un ojo, Fred se estremece y se acerca su madre.
-Ya estoy aquí mamá. Puedes irte a descansar un rato- le dice poniendo una mano en el hombro de su madre que la acaricia y le mira.
-Ay Fred, muchas gracias por quedarte, así puedo ir a casa y dejarla preparada para cuando papá regrese en tres días- dice ella levantándose de la silla en la que lleva sentada horas-¿Quieres que te deje la revista?
-No mamá, ya no soy una bruja adolescente-bromea este, mientras su madre le mira y sonríe. Después le besa dulcemente en la mejilla, se acerca a la cama y hace lo mismo con su marido que pega un ronquido que las gafas resbalan hasta su regazo, ella las recoge y la deja en la mesita. Mira de nuevo a su hijo que ahora ocupa la silla en la que ella estaba antes, le acaricia la mejilla y se encamina a la salida.
La puerta hace un ruido chirriante al abrirse y de nuevo cuando se cierra, Fred mira a su padre y sonriendo le quita del regazo el periódico y lo abre por la sección de Deportes Mágicos, la liga de Quidditch está muy reñida este año, y aprovecha para mirar los resultados de los partidos, las nuevas alineaciones en los equipos y las bajas de estos últimos encuentros. Las horas pasan lentas y pesadas, Fred lee el periódico al completo y lo deja en la mesita, junto a las gafas de su padre y un frasco vacío de lo que presume será la poción de regeneración de sangre que su padre ha estado tomando. La puerta hace de nuevo su sonido y entra Damilia con su carpeta de madera y un frasco con un líquido color ocre en la mano.
-Ohhh hola, eres ¿George?- pregunta al ver al muchacho sentado a la vera de su padre
-No, soy Fred, el más guapo de los dos- le dice sonriendo socarronamente.
Ella lo mira pasmada un momento y añade:
-Ohhhh si, sois gemelos, casi se me olvida. Tu padre está mucho mejor, gracias a la ayuda de Nuria y las lágrimas de Fénix creo que en dos días podrá volver a casa, pero deberá reposar hasta recuperarse por completo- a la vez que dice esto, deja el frasco en la mesita y retira el otro vacío.
-Yo se la daré, seguro que tienes más agujeros que curar- le dice Fred mirando el frasco
-Té lo agradezco mucho, en media hora despiértale y que se la tome entera- dice ella girando sobre sus talones y encarando la puerta de salida.-Si quieres té o café, la cafetería está abierta todo el día, y toda la noche-le dice a Fred antes de salir por la puerta que de nuevo se queja por su apertura.
Fred se vuelve a quedar a solas y mirando a su padre sonríe al pensar que ya se encuentra mejor y dentro de poco estará en su cobertizo investigando algún aparato Muggle que hará que su madre se enfade mucho . Revisa el reloj que hay en la pared contigua y advierte que va a ser la hora de que su padre tome la poción, así que se levanta cansinamente de la silla y se acerca a su padre.
-Papa, papa despierta - le susurra al oído.
El señor Weasley se sobresalta, y da un respingo mirando a su alrededor hasta encontrarse con la mirada de su hijo.
-Ahhh Fredie. ¿Que pasa? ¿Y mamá?- dice un poco adormilado.
-Ya se ha ido papá, va a casa a dormir y preparar algo de ropa para ti.-le dice volviéndose a sentar- Tienes que beberte esa cosa, que a mi me recuerda a pis de Gnomo
Señala el frasco que hay en la mesita, y el señor Weasley lo mira con aversión, se sienta en la cama y alarga la mano para coger el pequeño recipiente, le quita el corcho y al acercarlo a la boca nota ese olor a sangre que le da algo de arcadas, así que cierra los ojos y vacía el contenido de un trago. La cara que pone después de dejar de nuevo el frasco en la mesita hace que Fred lo mire divertido.
-Casi tiene el mismo sabor - dice su padre.
-Voy a subir por un café, ¿esperar unos minutos? - le dice su hijo que se pone de pie.
Arthur Weasley asiente, y recoge sus gafas y el periódico. Se coloca las gafas a media nariz y abre ruidosamente el periódico, lo cual hace aparecer una mueca de culpabilidad en su cara, mira a las otras camas, pero los dos pacientes que están en la misma sala parecen no haberse inmutado. Tampoco cuando Fred hace chirriar de nuevo la puerta al salir y nuevamente al cerrarla. Recorre el pasillo, hasta el rellano y una vez allí mira las escaleras y suelta un soplido. Comienza su ascenso con lentitud, como si la tarde de ayer y el susto se hubieran colgado de sus hombros y pesaran como una tonelada de piedras. Pasa por la tercera planta y sigue ascendiendo, a la altura de la cuarta se encuentra a la mujer que vio antes y le pidió indicaciones sentada en los escalones, parece abatida.
-¿Se encuentra bien?- el joven se acerca a la mujer y tiene que agacharse para poder estar a la altura de su cabeza, pues la tiene entre las rodillas, como si estuviera meditando. La mujer levanta la cabeza como accionada por un resorte, tiene una varita en la mano, Fred al verla da un salto y busca la suya en la capa, pero de pronto una nube vaporosa de color plata sale de la varita de la mujer y Fred solo escucha una palabra, alta y clara: Imperius!
En el número 33 de Great Wall, en el pequeño pueblo de Bibury, la noche está tranquila y apacible. Las casa parece en completa calma, hace horas que Sirius y Nuria habían realizado los hechizos necesarios para la protección de la misma. Ahora la mayoría se encaminaba a sus habitaciones. Harry hacia un largo rato que dormía, parecía como si todo el cansancio acumulado de todos estos días y de todas las preocupaciones hubieran llegado de pronto y le habían hecho caer como un saco de patatas en la cama. A su lado Ginny estaba sentada apoyada contra él cabecero de la cama repasando lecciones de transformaciones, no quería perder conocimientos, y menos estando los parciales tan cerca. De pronto Harry comenzó a agitarse y balbucear, Ginny bajo la mirada y vio que estaba sudando, cada vez se movía más bruscamente. Así que se levantó y rodeando la cama, se puso de rodillas a su lado.
-¡Harry! ¡Harry! ¡Despierta! - le gritaba y le zarandeó para que volviera en si, estaba muerta de miedo, la vez anterior había soñado el ataque a su padre, podría ser otro ataque. Siguió gritando y moviendo a su chico. Presa del pánico se levantó y trató de llegar a la puerta, pero en ese preciso instante él la agarró de la mano.
-Ginny- balbuceó y abriendo los ojos la miro con cara de un total pánico- están atacando a tú madre, la están haciendo daño, he visto como Lucius la atacaba con la maldición Cruciatus.
Ella lo miro desesperada, y tiro de él para que se levantara.
-¡Rápido! Tenemos que avisar a los demás e ir ayudarla - la desesperación en la voz de Ginny fue como un muelle que impulsará a Harry, salto de la cama empapado en sudor, con ella detrás en bata y zapatillas de felpa abrio la puerta y fue a la que estaba justo enfrente, la aporreo gritando:
-¡Ron! ¡Hermione! Abrid la puerta por favor- está se abrió de pronto y salió Ron en pijama con Hermione detrás suyo en camisa y pantalones vaqueros.
-¿Que ocurre Harry? Ginny- dijo Ron entré adormilado y sorprendido
-Harry ha visto como atacaban a mamá, tenemos que darnos prisa- dijo la chica muy acelerada.
Los cuatro bajaron las escaleras casi saltando, y abajo se dieron de bruces con Nuria, Sirius y Miller que habían oído el alboroto y subían a ver que pasaba, pasaron por su lado como una centella y Sirius preguntó alarmado:
-¿Que ocurre? ¿A donde vais Harry?
Este se giró hacia su padrino y le contó la visión que había tenido, la cara de Sirius paso a ser de seriedad total. Alargó la mano con la varita y una capa de viaje marrón llegó volando hasta su mano.
-No iréis solos, voy con vosotros; y no quiero discusiones- esta puntilla la dijo al ver las caras que ponían Hermione y Harry, que viéndose faltos de tiempo asintieron y salieron por la puerta, los muchachos se agarraron a Sirius y se desaparecieron. Miller se giró hacia Nuria que parecía querer salir corriendo.
-Tenemos que permanecer aquí, por si acaso, si todos vamos en tropel puede que caigamos en una trampa
Ella titubeó un momento y luego miro a su amigo a los ojos.
-Tienes razón, iré a despertar a Edu. Necesitamos ayuda por si tienen problemas.- Miller la miro y asintió, ella subió como un rayo las escaleras y se fue a la biblioteca, Edu estaba allí leyendo libros sobre defensa contra las artes oscuras. Sentado en la penumbra de la gran sala, leía bajo unas lámparas de aceite un libro bastante grande, la tibia luz de los rescoldos de la chimenea iluminaba apenas una porción de la estancia, escuchó pasos que se aceraban y le pareció oír la voz de su amiga Nuria. Se levantó de la butaca y fue hacia la puerta. La podía oír acercándose, fue a llamarla pero en ese momento unas llamas verdes aparecieron en la chimenea, alguien acaba de usar la red Flu para volver. Era Fred.
-Hola Fred. ¿Que tal tu...- un chorro de luz roja interrumpió su frase y se vio lanzado por los aires, fue a dar con una de más escaleras de madera que se utilizaban para subir a la parte alta de las estanterías. Cayó desplomado en el suelo de madera. Fred aun sostenía la varita con la mirada desencajada viendo su obra, de la chimenea surgieron más llamas y otras tres personas llegaron a la sala. Una de ellas era la mujer del hospital, ahora vestía con una camisa de manga corta azul y unos pantalones negros, tenía una varita en la mano. También apareció un hombre alto y delgado con un abrigo largo y marrón que ocultaba un viejo traje gris de tres piezas, y un joven con una capa de la casa Slitheryn que parecía tremendamente asustado. La mujer se alejó de los otros dos y use acercó a Fred, le puso una mano en el hombro derecho y le susurró
-Bien hecho querido. - el muchacho se giró para mírala con una pasión inusitada en sus ojos. Justo en ese instante Nuria llegaba al lugar, y allí de pie frente a ella su amor estaba de pie en medio de la sala varita en mano, mirando con deseo a aquella mujer que le acariciaba el hombro. Se sintió perdida, miro a su alrededor y vio a Edu tumbado boca arriba sobre una pila de libros.
-Fred, ¿que? ¿Que estas haciendo? Es Edu, le has atacado. - estaba totalmente desconcertada y desorientada. La voz de Fred le parecía lejana y apagada cuando le llegó.
-Hago lo que ella me pida- se giró nuevamente para mirar a aquella mujer que jugaba con la varita entre sus dedos y miraba a Nuria con un total desprecio. Como si ella fuera un insecto que se ha interpuesto en su camino. Giró la cara de Fred con un dedo en su mejilla y le besó y él correspondió el beso.
Nuria se tapó la boca para no gritar pero las lágrimas salían sin parar de sus hinchados ojos, creía que su corazón acababa de dejar de latir y solo sentía dolor en el pecho agudo y punzante como si una daga ardiendo la estuviera atravesando. Se dejó caer de rodillas y entonces reparó en su amigo Ángel que estaba detrás de la mujer, el chico miraba al suelo desconsolado. No era real, se dijo a sí misma, aquello no estaba pasando, alguien jugaba con su mente y le hacía ver cosas que no estaban allí. Pero cuando Miller llegó por la puerta y al verla en el suelo la agarro por los hombros y notó sus mansos sobre su blusa, supo que todo estaba pasando de verdad, miró a su amigo que intentaba en vano que ella se levantara, y vio la varita en su mano derecha y un chorro de luz roja la cegó unos instantes, viendo entre destellos como Miller salía disparado dando vueltas en el aire para acabar golpeando una lámpara de aceite que había sobre una mesa, escuchó ruido de cristales rotos y el golpear del cuerpo de Miller contra el suelo.
-Ahora acaba con ella- la mujer que acariciaba a Fred la señaló y este la miró, parecía que los ojos se le iban a salir de sus cuencas. Nuria aterrada sacó su varita, pero temblaba en sus manos. Él empezó a andar hacia ella con lentitud.
-Fred, soy yo cariño, tú Nuria - le dijo ella en voz suave y pausada- Somos la pareja más feliz del colegio, todos nos envidian. Fred, ¡para por favor! No quiero hacerte daño.
-No me lo harás, si tanto me quieres. - la voz de Fred parecía más grave de lo normal- ¿Creías que te amaba? Ja! Solo eres una estupida chiquilla que cree que todo es de color de rosa. Ella- dijo señalando a la mujer- es mi único amor, quien me llevará a la verdad del señor Tenebroso, ella es la dueña de mi corazón y no tu.
Como si de una bala se tratara, aquella ultima frase hizo de Nuria se quedara inmóvil, los brazos cayeron a sus costados y la varita rodó por el suelo, miraba a los ojos inexpresivos de su amor y sentía que se hundía, que todo lo que la rodeaba desaparecía en una neblina que no la dejaba ver, que no la dejaba oír, solo podía sentir los pasos que se acercaban fuertes y ruidosos. Cerró los ojos y se aferró a sus rodillas, y esperó.
-Abada....
La frase siguió de un destello rojo tan intenso que Nuria lo pudo ver aún con los ojos cerrados, notó algo pesado que le caía encima y la tiraba al suelo, alguien estaba sobre ella. Abrió los ojos, Fred estaba sobre sus piernas, sin sentido, la varita había rodado cerca de la suya, se giró y vio a Miller de pie tras la mesa, sangraba por un corte en la ceja derecha y en el hombro izquierdo, tenía la varita levantada en su dirección. El hombre del chaquetón levantó la suya hacia Miller y este salto por encima de la mesa, un destello azul impacto en la mesa y la hizo añicos, la mujer de pelo castaño también levantó la varita hacia él muchacho que corría de un lado a otro esquivando las maldiciones. Acorralado detrás de una columna se defendía con uñas y dientes. Nuria vio a Ángel allí de pie, mirando toda la escena horrorizado, luego sus miradas se cruzaron y el chico se irguió recto y con una determinación fuerte levantó su varita y derribó al hombre del abrigo que cayó pesadamente hacia delante, en ese momento Miller salió de detrás de la columna y empezó a lanzar hechizos a la mujer que los desviaba, Ángel intentó hacer lo mismo pero la mujer le devolvía todos sus ataques, poco a poco entre ambos la hicieron retrocede hasta la chimenea, donde lanzó un potente hechizo cegador que obligó a ambos jóvenes a cubrirse la cara.
Nuria que veía la escena como si de un sueño se tratara la vio desaparecer entre llama verdes, dejando a los chicos desorientados por le fogonazo. Escuchó gemir a alguien cerca suyo e hizo un esfuerzo para girar la cabeza, era Edu que intentaba darse la vuelta.
-¡Chicos! Ayúdame, Edu esta herido. - gritó al tiempo que ambos chicos se giraban para encarar un posible contra ataque de la mujer de pelo castaño, al no verla se giraron el uno hacia el otro y asintiendo fueron a socorrer a su amiga.
Miller más corpulento que Ángel, apartó a Fred de encima de Nuria y la abrazó.
-¿Estas bien? ¿Estas Herida?- ella negó con la cabeza y miró a su amigo apartándolo.
-Estás sangrando. Dame mi varita, puedo ayudarte- este se movió unos metros y recogió la varita de su amiga y se la puso en la mano. Con un movimiento rápido y bien entrenado hizo que la heridas se cerraran.
-¿Que pasa con Edu? -Miller le echo una mirada a Ángel.
-Unas magulladuras y un golpe muy feo en la cabeza- dijo esté revisando al chico tendido.
Nuria se puso en pie de un salto y fue hasta Edu, le miró de arriba abajo y con un toque de varita hizo que el chichón que tenía en la cabeza disminuyera.
-Tendremos que llevarle a una cama, tengo pociones que le pueden ayudar...- al girarse para decirle esto a los dos chicos vio el cuerpo de Fred boca arriba, al darle la vuelta para quitárselo de encima parecía esta contemplando el techo abobedado de la sala, y empezó a moverse, como alguien que se levanta de una pesada siesta se incorporó, abrió los ojos y miró a Nuria directamente. Ella vio enseguida aquella mirada perdida, y él empezó a buscar su varita.
-¿Buscas esto? -Miller detrás de Fred en cuclillas tenía la varita en su mano izquierda, aunque el dolor era constante debido a la herida, la mantenía allí. El otro le miró desafiante a los ojos y se sentó en el suelo.
-Mi dueña vendrá a por mi, y recibiréis vuestro justo castigo- aquella voz grave parecía salir de cualquier otro sitio que no fuera de la boca de Fred.
-La maldición Imperius es la que habla, no él- dijo Ángel al otro lado de Nuria- No siente nada por ella, solo está hechizado.
De pie allí con aquella túnica negra y verde, Ángel parecía haberse librado de una pesada carga y sonrió a Nuria, ella le devolvió la mirada y de un salto se puso en pie y le abrazó.
-Gracias, Gracias , Gracias-no paraba de repetir colgada del cuello de Ángel. Él la apartó suavemente y la sonrió.
-Bueno entonces tengo la cura indicada- Miller les mira desde el suelo y ellos desconcertados le observan- Bastará con un recalibrado cognitivo de tipo uno.
-¿Que? - dijeron los otros dos a la vez, y de pronto Miller lanzó un certero puñetazo a la mandíbula de Fred que cayó cuán largo era en el suelo.
- Un golpe en la cabeza - dijo Miller poniéndose en pie. Sacó la varita y con le encantamiento levitador alzó a Fred y lo condujo fuera de la sala. Nuria hizo lo propio con Edu y Ángel con los ojos abiertos le seguía mientras dijo
-Tiene sentido, no muy sutil, pero eficaz.
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