La noche más oscura
La noche extendía ya su oscuro manto sobre el pequeño pueblo Bibury, las pocas estrellas que se dejaban ver tímidamente entre las nubes de tormenta parecían pequeñas luces en medio de un mar de negro azabache.
La casa situada en el número treinta y tres de la calle Great Wall de aquel pueblecito volvía a tener luces en sus ventanas y salió un espeso humo por las chimeneas, los moradores de la casa de piedra habían montado una carpa cerrada en el patio trasero lo cual llamó la atención de algunos de los vecinos de la pequeña localidad. La carpa de unos colores ahora apagados, tenía aspecto de raída y necesitar un buen lavado; y aunque no ocupaba mucho del terreno colindante a la casa era centro de las miradas perdidas de las gentes que pasaban por la calle ya fuera al trabajo, la compra o simple curiosidad.
En el interior la joven maga Nuria agradecía a sus amigos Miller y Edu, y al señor Arthur Weasley la ayuda para convertir mediante un complicado encantamiento la vieja carpa, que a simple vista tendría una capacidad para cinco o seis personas, en un gran establo con distintos recintos para los animales que habían tenido que traer desde la casa que ella poseía junto a su marido Fred Weasley. Los animales se habían adaptado bastante bien al nuevo lugar, donde pasarían una temporada, o eso esperaban todos. Todos los actuales moradores de la casa tenían una sola idea en la cabeza derrotar al mago tenebroso Lord Voldemort y sus secuaces conocidos como mortifagos. Con la derrota de estos magos que habían abrazado una magia oscura y las ideas de que solo aquellos magos de sangre pura deberían ser instruidos en tales artes, sembraban el terror en la comunidad mágica. Aunque la cantilena que el ministro de magia repetía una y otra vez, a través de la radio y la prensa, era que tales personas no existían y que aquel que no debía ser nombrado no había regresado.
Pero los magos y brujas de aquella casa conocían la amarga verdad, y era que el señor Tenebroso había regresado, y su poder y las filas de aquellos dispuestos a seguirle crecían día a día, por eso debían estar preparados para luchar, luchar por sus vidas y las de sus seres queridos.
-Creo que están todos cómodos-dice Miller secándose el sudor de la frente con el dorso de la manga de la camisa.
-Les hemos puesto comida y agua en abundancia, solo hay que revisarles de vez en cuando - dice Arthur Weasley con resulta satisfacción.
-Muchas gracias a todos por llevar a cabo esta tarea- les dice Nuria sonriendo-Se que es una labor más que tendremos que llevar a cabo, pero no quería dejarlos a su suerte, sin comida ni agua en nuestra casa.
-No te preocupes cariño- Fred Weasley entra en la sala con un saco de pienso para gallinas, que deja en la despensa- Será como cuando estamos en casa, solo que un poco más lejos y bajo una lona muy fea.
-Ja ja ja- ríe sarcásticamente Edu-No había de seda, para sus animales, su excelencia
Y haciendo una profunda y exagerada reverencia ante el muchacho, todos se parten de la risa, Fred se acerca a Nuria y la besa en la mejilla mientras ella sonríe y le acaricia la mano. El señor Weasley entra en la cocina donde Chiara está organizando las estanterías con diferentes ingredientes. Miller se lava las manos en la pila y luego las seca con una toalla que hace venir desde el pequeño aseo de la planta baja. Aquella noche Sirius y Lupin habían ido a ver a ojo loco Moody y otros miembros de la orden en la antigua casa de los Black, así que los muchachos y los señores Weasley estaban mas alerta por si se producía otro ataque como en noches anteriores, cuando varios mortifagos irrumpieron en la biblioteca.
La cena que había servido Nuria había mermado considerablemente y Chiara y ella se vieron obligadas a hacer unos platos más para los hambrientos inquilinos.
-Nuria-llamo Fred desde el comedor-¿Tú amigo está bien?
-Si, se ha ido con su amiga Emily para acompañarla a su casa-se habían reunido con el joven mago de la casa Slytherin en la taberna Las Tres Escobas del pueblo de Hogsmade, y aunque habían tenido un pequeño enfrentamiento con un mortifago llamado Avery la cosa se había solucionado con relativa facilidad.
-Quedo de avisarnos cuando ambos estuvieran en sus casas-dice Miller pasando de la cocina al salón y dejándose caer en el sofá al lado de Edu que come con avidez un sándwich.
-Si, pero aún no lo ha hecho - dice Nuria con cara de preocupación.
A muchos kilómetros de allí en la bulliciosa ciudad de Londres, al final de calle Savile dos gatos rebuscan en un cubo de la basura intentando encontrar algo que poder comer, cuando un fuerte crack hace que se asusten y salgan corriendo calle arriba. Dos personas, un chico joven de cabellos oscuros y facciones amables y una chica de pelo castaño y ojos verdes se aparecen junto al número treinta y cuatro de la desierta calle.
-Bueno, me he quedado corto por un número - dice el chico sonriendo.
-Mejor así, no quiero que mi padre salga y se lleve un susto- dice ella colocándose los cabellos.
-Creo que me lo llevaría yo antes- dice él riendo, ella se ríe también y comienzan a caminar en dirección a una casa de tres alturas de piedra oscura y cuyo tejado va saltando entre las distintas ventanas que forman el piso superior, de este tejado sobresalen dos chimeneas, una de las cuales lanza un humo de color blanquecino a la tibia oscuridad de la noche. La valla de metal gris rodea una parte de la casa y en medio una doble puerta coronada por un arco en forma de lagrima, dentro de la cual cuelga el número treinta y cinco en números barrocos.
-Aquí estamos - dice ella mirando a su acompañante
-Si, al menos hemos llegado sin incidentes- el la mira con expresión dulce a la cual ella corresponde con una sonrisa y un ligero rubor en sus mejillas.
-¿No tenias que avisar a tus amigos al llegar?- le pregunta ella tímidamente
-Si, bueno, aún debo asegurarme de que entras en casa sin problemas - él da dos pasos hacia ella, que levanta la cabeza para mirarle a los ojos. El chico se acerca un poco más y dice:
-Podría haber alguien detrás de usos cubos- su nariz y la de la chica están separadas por apenas unos centímetros
-Podría ser- dice ella con la voz entrecortada y acercando sus labios a los del chico, que baja la cabeza para llegar a los de ella.
-¡Joven ama!- una voz chillona y aguda se escucha en el patio de la casa y los dos jóvenes dan un brinco sobresaltados, ella mira a ambos lados buscando el origen de un voz que ya conoce.
-¿Greasy?, ¿Qué estas haciendo fuera de la casa?- Emily mira a un elfina domestica que a grandes zancadas recorre la distancia entre la verja y los dos jóvenes que la miran un tanto atónitos.
-La ama no debe entrar en la casa, ellos han venido a por el amo- dice la elfina entre resuellos
-¿Ellos?, ¿Quienes son ellos Greasy? - la voz de Emily denota preocupación y miedo, levanta la vista hacia las ventanas de la casa pero nada se mueve dentro, ni una sombra.
-Creo que se refiere a nosotros, querida- una voz de mujer surge a la espalda de los dos jóvenes magos que se giran sorprendidos. Allí, de pie en la oscuridad hay tres figuras, dos hombres altos, vestidos con sendas capas negras, túnicas negras y varita en mano, entre ambos hay una mujer de pelo negro, ojos azules que viste un conjunto de blusa negra de manga larga con encaje en las mangas y un pantalón del mismo color, sobre sus hombros una capa de viaje negra y en la mano derecha una varita marrón.
-Amelia Párkinson- musita Ángel al ver que la mujer se acerca a la luz de una de las farolas de la calle.
-Vaya, mira lo que tenemos aquí- la mujer señala con la varita al chico-¡Un traidor!, que decepción se llevará tu padre, le has salido un traidor a la sangre, como la cobarde de tú madre.
El chico al oír estas palabras levanta la varita, pero la mujer ya estaba preparada.
-¡Desmayus!- el hechizo de la mujer golpe a Ángel en el pecho y sale disparado hacia atrás cayendo entre dos cubos de basura. Los hombres se ríen y la mujer hace una mueca burlona.
-¡Ángel! - Emily grita pero la mujer le apunta con su varita y ella se queda inmóvil.
-No, no ,no. Querida, queríamos coger a tu padre, pero creo que si no podemos encontrarle, haremos que venga a nosotros- la mujer se va acercando lentamente a la chica que tiembla, y busca a tientas su varita.
Desde el suelo, Ángel nota el dolor en la espalda, pero saca todas fueras que le quedan y girando sobre si mismo se coloca tras los cubos para realizar un movimiento de varita en el aire, se concentra todo lo que puede, pues tiene que ayudar a su amiga.
-Expecto Patronun- piensa para si, quiere lanzar el hechizo de forma no verbal para evitar que los mortifagos lo escuchen, una nube plateada surge de la punta de la varita con la forma de un búho, y el chico susurra:
-Nuria, nos atacan, enfrente de la casa de Emily, venid por favor- el animal plateado bate las alas y coge altura y una velocidad de vértigo desapareciendo casi en el acto. Ahora sabe que es cuestión de tiempo.
Se gira para enfrentar a los atacantes y se encuentra cara a cara con uno de los hombres que le apunta con su varita, de repente unas cadenas surgen de la punta y apresan a Ángel en pies y manos, perdiendo el equilibrio da de bruces contra el suelo, nota el sabor a sangre en los labios, y después nota que alguien lo agarra por las cadenas y lo levanta en el aire.
El hombre lo arroja sin miramientos al lado de Emily que también está encadenada a la valla de la casa, esta le mira con lágrimas en los ojos.
-¿Estas bien? - le pregunta Ángel
-Tengo miedo, ohhh no, estás sangrando- Emily lucha por no llorar
-Tranquila, no es nada comparado con lo que el señor oscuro le hará por su tradición- dice la mujer mientras lo agarra del pelo para mirarle a los ojos.
Los dos hombres se acercan con la elfina echa un ovillo entre las cadenas, y la ponen al lado de la joven que la mira con pena
-No la hagáis daño, ella no- empieza a decir pero Amelia la mira desafiante.
-Aquí yo decido quien sufre y quien no, estúpida chiquilla- la voz denota odio y rabia- Puedo córtale los brazos, aunque no creo que luego pueda limpiar muy bien la casa ¿no crees?-uno de los hombres suelta una risotada y ella le mira con gesto burlón.- O puede que deba empezar con ese joven, tan dispuesto a derramar su sangre por ti,¿tu quien elegirías?
-¿Porque haces esto? Nosotros no te hemos hecho nada - grita Emily con rabia y dolor.
-Tú y los tuyos sois sangre sucia, y por ellos debéis pagar, es el precio por jugar a ser algo que no sois, por creer que podéis usar nuestro poder sin nuestro consentimiento- la mujer da pasos de un lado a otro sin dejar de jugar con la varita entre los dedos.
-¡Somos magos, igual que tú! -Ángel grita con furia y encara la mirada desafiante de la mortifaga
-No, no igual que nosotros, nosotros somos los puros, los auténticos herederos de la magia, del poder y la responsabilidad de usarla. Debemos purgar de esta tierra a aquellos inferiores que puedan mancillar nuestra esencia, que no sean dignos de la magia, y los Muggles serán mulas de carga a nuestro servicio.- hablaba con tanto odio y tanta crueldad que parecía que iba a expulsar bilis en cualquier momento.
La mujer se inclinó sobre Emily y la acarició la mejilla a la vez que decía
-Es una pena que algo tan joven deba marchitarse tan pronto.
-¡No me toques! - la voz de Emily poseía coraje y tristeza.
-Ya la has oído - dijo Ángel-¡Déjala!- aquel grito le costó una bofetada que hizo que girara la cara, la herida del labio se abrió de nuevo y un pequeño hilo de sangre corría hasta la barbilla.
-Tal vez me esté equivocando- dijo la mujer mirando a Ángel- Y deba empezar por la chica, puedo hacerla gritar para ti, así sabrás que se siente cuando la vida de una persona se apaga a tu lado. ¡Crucio!
Emily comenzó a gritar de dolor, unos gritos que taladraban el oído de Ángel que estaba a su lado, y notaba la desesperación en cada grito.
-¡Ya basta por favor! - grito el muchacho entre lágrimas
-¡Crucio!- con un movimiento de la varita hacia arriba Emily dejó de gritar y no paraba de llorar- Oh no, querido, esto no ha hecho más que empezar, tengo toda la noche para haceros compañía.
Ángel miraba entre lágrimas a Emily que le devolvió la mirada, los ojos verdes de la chica encharcados de lágrimas hacía que el joven mago solo deseará abrazarla y besarla para que pudiera sentir lo que él sentía cuando la miraba, como la quería en secreto y anhelaba cada instante de tiempo que ella le regalaba con su presencia. Ella estaba a su lado sufría y lloraba, y el solo podía mirar y eso le estaba consumiendo por dentro. Solo escuchaba sus gritos cuando Amelia la volvía a lanzar la maldición, y las risas frías de los hombres a sus espaldas, pero distinguió algo más entre todo aquello, un crack muy amortiguado, alguien se había aparecido cerca, pero ¿Quien?
No tuvo que esperar mucho para obtener la respuesta a esa pregunta que se hacía, cuando la mortifaga retiró nuevamente la maldición y se agachaba para mirar a los ojos del joven, este vio salir disparado a uno de los hombres, y escuchó un paso detrás suyo donde estaba el otro mortifago, y entonces escuchó una voz, que jamás pensó aliviaría.
-Creo que es de mala educación tocar a las personas sin su consentimiento-la voz de Miller sonó alta y clara en la oscuridad, tras ella escuchó el rasgueo de una capa al girarse su usuario bruscamente y luego un fuerte golpe que llenó sus oídos y por el rabillo del ojo pudo ver al otro mortifago caer hacia atrás sin sentido.
Amelia alzó su varita desde su posición hacia el muchacho que acaba de derribar a su compañero, pero entonces una voz femenina dijo alta y fuertemente.
-Ni se te ocurra levantar esa varita arpia-Nuria apareció detrás de ella con Fred a su vera, apuntaba con la varita a la mortifaga. Esta soltó la varita y se puso en pie con las manos levantadas.- apartaste de ellos o haré que lo hagas.
Nuria la siguió con la varita mientras se movía lentamente hacia la derecha de los capturados, Miller llegó por detrás suyo y le hizo un gesto con la cabeza a ella y otro a Fred que se fue hacia el primer mortifago y le quito la varita, Nuria a su vez se giró hacia Emily, Ángel y Greasy y con firmeza y un movimiento de varita dijo:
-Finite- y las cadenas desaparecieron dejando libres a sus amigos, Ángel recogió a Emily que apenas se tenía de pie, y la depositó con suavidad en el suelo entre sus piernas.
-Mírame Emily, todo ha pasado. Nos han salvado- le decía con suavidad y dulzura al oído. Pero ella solo gemía y apenas si se movía.
-Tenemos que sacarla de aquí- dijo Nuria muy decidida.
-Pero, ¿que hacemos con estos asquerosos? - le preguntó Fred con voz seria y enfadada
-Les ataremos y que los aurores se encarguen- dijo la muchacha y apuntó con su varita a la mujer, de la punta salieron unas cuerdas que se le enroscaron alrededor del cuerpo como si de una serpiente se tratara.- Ojalá te pudras en una celda de Azkaban dijo Nuria.
Amelia la miró desafiante, y sonrió.
-El señor oscuro no me dejará allí, vendrá a sacarme. Como ya lo hizo antes- dijo riendo.
-Tienes mucha fe en tu señor- dijo Miller con sorna- Igual no acepta tu fracaso y decide dejarte allí para que aprendas.
En ese momento se dio cuenta de que el mortifago que había derribado se ponía en pie y con la varita apuntando hacia ellos, Miller levantó la suya y Nuria se giró por instinto. Pero el mortifago ya había lanzado un chorro de color verde que impactó por debajo de los pies de Nuria antes de que ella le hiciera salir despedido varios metros con su hechizo repulsor.
Todos miraron al lugar donde estaban Ángel y Emily, él la protegía con su cuerpo y ella aún gemía entre sus brazos. El joven mago abrió un ojo y vio a Miller enfrente mirándole, se giró al otro lado y vio a Nuria que se tapaba la boca con la mano. A sus pies como si de una muñeca se tratase estaba Greasy, con los ojos perdidos en el infinito y la mano aferrada a la de su joven ama. Él miró de nuevo hacia arriba.
-Se ha puesto delante de la maldición, y ha dado la vida por Emily - le dijo Miller con una voz triste pero serena
-Nos la llevaremos - dijo Ángel.
-No podemos hacer nada por ella - le dijo Fred mirando a todos los lados
-Ángel- la voz de Nuria, transmitía clama aunque arrastraba tristeza- Tenemos que sacaros de aquí, Emily necesita atención y tu también.
-Quiero darle un entierro, nos ha salvado al menos le debo eso- dijo el apenado.
Miller hizo un gesto de aprobación, y como el que recoge un bebé delicado cargó a la elfina entre sus brazos. Fred ayudó a Ángel a sostener a Emily y Nuria le sonrió, aunque era un gesto simple para él fue como si una luz cálida le llenara de esperanza cuando creía haberla perdido. Todos se juntaron para aferrarse a Fred que con un fuerte crack hizo que todos se desparecieran.
El crack sonó de nuevo en el jardín del número treinta y tres de Great Wall, y el grupo entró en la casa por la puerta de atrás. Una vez dentro Chiara corrió hacia ellos con mantas y un frasco en la mano.
-¿Es el dictamo?- preguntó Nuria
-Si, también tengo otras pociones como me dijiste- le dice la chica dándole el frasco.
-Subidla a una de las habitaciones, yo subiré ahora- sería y decidida Nuria caminaba con paso firme por el salón hacia la escalera.
Miller depositó a Greasy en una de las mesas de la biblioteca, donde la cubrió con una manta verde y dorada. Chiara había subido detrás y le abrazó con fuerza.
-No pudimos salvarla - farfulló el chico
-No ha sido culpa vuestra, ellos no tienen piedad o decencia, vosotros si- la chica le acariciaba el rostro.
Él sonrió débilmente y la besó. Luego hizo aparecer varias velas alrededor de la mesa donde la elfina descansaba.
-¿Emily está bien?- preguntó la chica si dejar de mirar la mesa
-Necesitará cuidados, pero Nuria es una gran sanadora. Está en buenas manos.- le dice el antes de abrazarla de nuevo.
Nuria sube a su habitación y busca en la mochila que suele llevar al hospital, encuentra los dos frascos que busca y sale corriendo al pasillo, ve a Fred ayudando a Ángel a meter a Emily en una de las habitaciones vacías del final del pasillo y se reúne con ellos en el interior.
Los chicos la dejan tumbada boca arriba en la cama, y Nuria se sienta en el borde mientras coge el primer frasco y saca unas pequeñas gotas que le pone en la boca.
-Con esto podrá descansar sin tener malos sueños - dice muy seria.
Saca el otro frasco y lo pone en la mesita izquierda de la cama, luego se quita la capa de viaje que aún llevaba puesta y la deja en el respaldo de la silla. Se arremanga la camisa y revisa dos pergaminos.
-¿Necesitas algo cariño? - le pregunta Fred
-Prepara café y comida, va a ser una noche larga. - Nuria muy concentrada en los pergaminos ni se fija en que el chico sale por la puerta.
-¿Que hago yo? -Ángel apoyado en los pies de la cama mira con impaciencia a Nuria.
-Tomarte lo mismo y dejarme trabajar, mañana cuando estes recuperado todo se aclarara- le dice tendiéndole el primer recipiente.
El joven hace un gesto como si fuera a replicar pero está demasiado cansado, acepta el contenido del frasco y se acurruca en uno de los sillones.
Nuria observa a ambos de vez en cuando, y luego revisa nuevamente los pergaminos, coloca un par de gotas del segundo recipiente en la boca de Emily y se levanta para salir por la puerta. Baja al piso inferior donde están reunidos todos los demás. Nota sus miradas clavadas en ella al descender la escalera.
-Están descansando, el bálsamo que les he dado les dejará dormir sin pesadillas o sueños recurrentes- dice mientras Fred le tiende una taza con café caliente-Mañana les examinaré mejor, por ahora es todo
Se deja caer en el sofá y el resto se van colocando por la sala en sillas, sillones o en los escalones de la escalera.
El silencio llena la sala y solo se escucha el crepitar del fuego y los sorbos del café que casi todos están tomando sin siquiera sentir el sabor, la noche fuera amenaza con una tormenta, a lo lejos pueden ver los destellos de los relámpagos que surcan el cielo entre los océanos de nubes negras como el carbón.
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