Caer y levantarse

 Las semanas pasaron largas y pesadas, como si el propio tiempo sintiera la oscuridad que se cernía sobre la comidas mágica, noches oscuras y días largos y fríos a pesar de que ya estaba cerca la primavera el sol parecía no calentar a los ocupantes del número treinta y tres de la calle Great Wall. Salían al jardín para recoger algunas hierbas o para poder atender a los animales en la tienda convertida en establo, grande y algo destartalado pero muy funcional para poder cuidar los animales. Llevar el agua, ordeñar las vacas y recoger los huevos era ya una rutina para todos los que vivían en la casa, algunos días tuvieron que hacer desaparecer los excrementos de los animales para que no se notara mucho el olor desde el exterior, pero los vecinos del barrio aun pensaban que era una carpa para guardar viejos muebles o enseres, sobre todo al ver salir un día a Edu con una vieja silla que había sacado de la casa para sentarse a ordeñar.
Aunque todos estaban muy ocupados encargándose de las distintas tareas de la casa, como la limpieza, o ir al mercado a comprar comida o harina, incluso el entrenamiento de desaparición en el cual Miller y Nuria ya habían progresado con asombro de todos, ambos podían ya aparecerse a varios pueblos de distancia, aunque habían sufrido un par de desparticiones con un viaje de larga distancia que intentaron realizar para llegar al limite de sus posibilidades, la verdad es que se les estaba dando tan bien como cualquiera otro de los que ya tenían su licencia para poder desparecerse.
- Ahora ya casi podremos viajar cada uno por su cuenta- había dicho Fred en una ocasión al volver a aparecerse los dos amigos en el jardín de la casa.
-Gracias a todos consejos y tu ayuda, cariño- le dijo Nuria abrazada a él
-Ahora al menos podemos contar con dos personas mas para poder ir a por víveres o ingredientes - dijo Angel sentado en la cerca de piedra del jardín.
-Hablando de eso, creo que te toca hacer la cena Miller- le dijo Nuria mirándole.
Miller la miró pensativo y sacó del bolsillo interior de su túnica de viaje el libro de recetas.
-Creo que tengo una idea, pero necesito que alguien venga conmigo para traer los ingredientes- dijo Miller
-Yo iré contigo - dijo Edu
Ambos entraron en la casa y al cabo de un rato salieron con uno de esos sacos cuya capacidad había sido ampliada mágicamente y aunque parecía un saco de tamaño normal dentro entraba mucho mas. Salieron al jardín con sus sacos y se fueron hacia la parte de atrás de la finca que daba con el bosque cercano donde se desparecieron para reaparecer nuevamente en una vieja casa abandonada cerca de la entrada del pueblo, observaron el exterior para comprobar que nadie les viera salir de la vieja casa, y recorrieron la calle en dirección a la pequeña tienda que había en el lado derecho de la plaza, justo enfrente de una fuente con una estatua ecuestre que se alzaba sobre su pedestal de piedra con una placa de bronce en un lateral de la base en la cual se recordaba el nombre de aquel caballero, aunque los chicos nunca se habían parado demasiado para leerlo.
Entraron en la tienda y la campanilla que había sobre la puerta hizo su música al chocar con la puerta. Dentro había una mujer de unos treinta y pico años, de pelo castaño, piel blanca y ojos verdes que llevaba puesto una bata de color grisáceo, seguramente en su día fue blanca, pero los años la han ido envejeciendo y desgastando su color. Les miró al entrar por la puerta y les dedico una amplia sonrisa.
-Buenos días chicos, ¿que tal estáis en este frío día de primavera?- se movió hacia el mostrador y se apoyo en la superficie mientras los chicos se acercaban.
-Hola Elisabeth, pues hace frio si, casi parece otoño- dijo Miller sonriendo.
-Ya tengo ganas de ver algunas flores, que se echan de menos- dijo Edu dando vueltas por la tienda y mirando las estanterías.
-¿En que os puedo ayudar? - les dijo mirando a Edu
-Pues queríamos unos cuantos ingredientes para hacer tarta de limón, algo de fruta, unas patatas y -Miller miró para ver si había alguien mas en la tienda- Necesito un par de ingredientes para poción de duplicación.
Le entregó una cuartilla de pergamino que ella recogió y leyó a toda prisa, luego se giro hacia la puerta que tenia a sus espaldas.
-Vale, vete cogiendo los ingredientes para la tarta, tienes casi todos en aquella estantería - dijo señalando con la mano- El resto voy a buscarlo al sótano, tardare un poco.
-No te preocupes, vamos cogiendo el resto de cosas y te esperamos- dijo Miller de camino a la estantería. Empezó a recorrerla con la mirada y a coger las cosas que necesitaba, mientras Edu recogía algunas otras cosas, como harina para hacer pan, levadura y otras cosas mas para intentar mantenerse lo máximo posible sin tener que depender de salir mucho. Los tiempos oscuros seguían  devorando poco a poco todas las regiones de Inglaterra y la comunidad mágica seguía a la expectativa de cual seria lo próximo que pasara. Las desapariciones continuaban y los carroñeros casi campaban a sus anchas por todos los pueblos y ciudades en busca de los traidores a la sangre que habían faltado al código de los Sangre Limpia que el señor tenebroso había marcado hace tiempo, magos de sangre pura, que no habían sido contaminados por Muggles. Casi parecía que ser hijo de muggles para él y los suyos era un pecado mortal, una infección que debía ser erradicada a través del dolor y la propia muerte, pero aun eran muchos los que se le oponían y le daban quebraderos de cabeza; entre ellos estaban los jóvenes magos que hacían su compra en la tienda de un pequeño pueblo al norte de Londres. La tienda era regentada por una bruja cuya familia se había establecido en la región hacia casi un siglo, y sus abuelos habían fundado aquella tienda para poder atender tanto a magos y brujas como a los muggles que ya vivían allí antes que ellos. Con todo tipo de productos, alimentos, ropa y algunas herramientas era una tienda que se mantenía a flote gracias en gran parte a sus otros clientes, los magos y brujas que compraban allí ingredientes para pociones, capas de viaje, libros de conjuros, incluso artículos encantados como una fregona que friega sola, teteras que preparan el te y lo sirven e incluso llegaron a tener mascotas. Elisabeth era la quinta generación que regentaba la tienda, y aunque sus hermanos habían decidido llevar una vida más cosmopolita trabajando en el ministerio de magia y en el callejón Diagon, ella era feliz con su tienda. El edificio entero era de su familia y en el parte de abajo estaba la tienda y arriba en los dos pisos superiores una vivienda, y abajo del todo, en el sótano, es donde se guardaba la mercancía mágica que luego se vendía a los magos y brujas que habitaban por aquellos lares, que no eran pocos.
-Bien chicos, creo que ya tengo todo lo que necesitáis- dijo la dependiente regresando al cabo de un largo rato, mientras los chicos ya tenían sobre el mostrador todos los demás artículos que necesitaban.
-Genial, pues dime que te debo- dijo Miller sacando un pequeño monedero que llevaba en el bolsillo del pantalón.
La chica sacó un pergamino con una pluma y empezó a apuntar en el papel todos los ingredientes, artículos, comida y demás objetos, y poco a poco se fue generando la suma, hasta que apareció dividida en dos lugares, uno con el total en dinero muggles unas doce libras y otro con la suma en dinero mágico que sumaba un total de dos galeones y cinco sickles de plata. Miller sacó la suma de ambas cuentas y las dejó encima del mostrador, Elisabeth lo recogió y luego les entregó una bolsa de papel marrón de gran tamaño.
-Pues aquí está todo.- les dijo sonriendo - Espero volver a veros pronto, aunque estos días no son los mejores para dejarse ver demasiado.
-Si, ahora mas que nunca debemos ser cautos y precavidos- dijo Edu cogiendo la bolsa. Mientras a su lado Miller introducía los demás objetos en el saco, todo cabía sin problemas.
-Ohh vaya, es un saco con capacidad alterada- dijo la chica mirándolo con curiosidad- Mi abuelo los usaba antes en la tienda, pero cuando un muggles se llevó a casa uno por error decidió esconderlos.
-Seguro que el muggle se quedó asombrado al empezar a sacar cosas y cosas de aquel saco que parecía normal- dijo Miller riendo
Todos rieron, y luego los chicos se despidieron de la dependienta y salieron a la calle, caminaron de nuevo por la plaza que estaba atestada de gente que iba a venia, algunos con bolsas de un supermercado que estaba calle arriba, otros iban a la tienda de Elisabeth y otros estaban sentados charlando en los bancos cercanos a la estatua. Bajaron caminando con calma la calle, hasta llegar al principio del pueblo, allí entraron en la casa derruida y se desparecieron.
El crac que se escuchó en la puerta de entrada al numero treinta y tres de la calle Great Wall indicó a sus moradores que alguien estaba apareciéndose, así que varita en mano esperando a que se abriera la puerta, Chiara estaba preparada y a su lado Nuria miraba con el ceño fruncido la puerta, al poco el picaporte giró y vieron entrar a Miller y Edu.
-¿Que poción fue la primer que conseguí crear? - preguntó Nuria apuntando con la varita a los dos chicos
-Poción contra las mordeduras, para ayudar al señor Weasley- dijo Edu con la bolsa de papel en los brazos.
Las chicas bajaron sus varitas y Chiara corrió a abrazar a Miller.
-¿Lo tenéis todo?- le pregunto mirando las bolsas.
-Si, le he traído todo para hacer una tarta de limón para el postre- dijo el chico dandole un beso en la mejilla y se dirigió a la cocina. Edu le siguió y dejo la bolsa en la encimera, de donde fue sacando las cosas y dejándolas en la despensa del final de la estancia, donde guardaban ingredientes para pociones, y hierbas medicinales. Miller sacó todos los ingredientes, las patatas y la carne y las fue dejando en la encimera, dejó el saco en el suelo y se quitó la túnica que hizo levitar hasta el perchero.
-¿Te puedo ayudar? - dijo Nuria 
-Claro, ve cortando patatas y yo pondré a hacerse la carne- dijo Miller sacando la varita y haciendo movimientos con ella para que una gran sartén se colocara sobre el fuego que ya ardía en la cocina de leña.
Al poco tenían una gran comida preparada en los fogones, y mientras Nuria daba los últimos toques a la carne, con especias, Miller revisaba el horno donde había colocado la tarta de limón, que ya estaba preparando. El resto de gente de la casa empezó a bajar de sus habitaciones o de la biblioteca y se sentó a la mesa. Fred y George, discutían sobre una nueva línea de pastillas vomitivas para los alumnos de los colegios de magia, querían ampliar sus ventas a los otros colegios como Durmstrang, Beauxbatons o Castelobruxo, pero aun debían salvar los aranceles y pasar los controles de calidad. Emily y Ángel  estaban sentados juntos charlando distraídamente del viaje que querían hacer a Paris cuando todo aquello acabara de una vez, ella le mostraría los lugares más emblemáticos del mundo mágico Francés. Chiara sentada cerca de Miller charlaba con Katie y Edu sobre las ganas que tenían todos de regresar al colegio y poder continuar las clases. Los miembros de la orden del fénix estaban en la Madriguera con los señores Weasley, llevaban allí ya varias semanas y no sabían apenas nada de ellos, la última lechuza que había enviado Molly les decía que estaban muy ocupados con trabajos de la orden y una importante misión que llevarían a cabo muy pronto, les mando saludos y besos a todos y les dijo que Ginny había regresado al colegio para estar junto a sus amigos ya que se sentía muy sola desde que Harry se había marchado con Ron y Hermione.
Miller hizo un movimiento fluido y la comida servida en una gran bandeja de barro cocido se posó con cuidado en el centro de la mesa, las patatas doradas estaban rodeando la carne tierna y jugosa que estaba bañada en una salsa de especias y cerveza. Todos comieron con avidez y ganas, los últimos días habían comido sobras o bocadillos, y ya estaban deseando algo más para poder variar un poco. No les quedaba cerveza de mantequilla así que bebieron agua que sacaban del grifo, y venia de un manantial cercano. Acabaron enseguida con la carne y las patatas, y Nuria se fue a la cocina y les trajo levitando la tarta de limón que se posó en el centro de la mesa y todos la miraron con una gran sonrisa.
-Vaya pinta que tiene- dijo Edu
-Esta vez te has superado cariño- le dijo Chiara cogiendo a Miller de la mano
-¿A que estamos esperando?- Dijo Fred cogiendo un cuchillo para cortarla.
En ese preciso momento un patronus con forma de lobo, apareció en mitad de la sala y la voz de Tonks salió de la luz que emitía:
-El ministerio ha caído, se han hecho con el control del ministerio- todos miraban atónitos el lobo que sentado hablaba en todas direcciones- Tenemos que escondernos, estáis a salvo no salgáis, ya os contactaremos. Repito, no salgáis. Nosotros iremos a por vosotros.
Tan rápido como había aparecido se esfumó y todos se quedaron callados y apesadumbrados, es como si una losa muy pesada hubiera caído sobre ellos, el ministerio de magia estaba en poder de los mortigafos y eso era un golpe casi definitivo para que Voldemort consiguiera sus planes. Con esa fuerza bajo su control podría extender sus designios a la población o imponer leyes para controlar a los magos que no fueran de sangre limpia, aquello supondría el exilio para muchos de ellos u ocultarse como ratas para no ser encerrados en Azkaban. Ahora tenían en control de las administraciones, y seguramente de los periódicos y otros medios de comunicación, con los que hacer llegar su mensaje de odio a todas las partes de la comunidad mágica.
Los chicos y chicas se desplomaron en sus sillas, unos mirando al suelo, otros a sus compañero, el silencio reinó en la estancia durante un largo rato, como si toda la energía que antes llenaba la sala se hubiera vaciado de golpe creando un vacío que se tragaba sus esperanzas e ilusiones de que todo pudiera mejorar, incluso la luz que antes manaba del lugar donde apareció el patronus se había oscurecido.
-El ministerio esta en sus manos- balbuceó Nuria
-¿Que vamos a hacer ahora? - dijo Chiara mirando a Miller
-No... no lo sé - dijo el chico abatido en la silla.
Todos se miraron y notaron la tristeza en el ambiente, las parejas se abrazaron y luego se fueron todos juntos al salón donde se sentaron en las butacas y el sofá entorno a la chimenea. Seguían perplejos antes las noticias que les acaban de llegar y no tenían ni la más mínima idea de que iban a hacer ahora, se habían estado preparando para poder ayudar en lo que fuera, para hacer frente a los carroñeros y desbaratar sus planes, pero ahora que el ministerio de magia estaba bajo su control no tenían muchas opciones de poder hacer frente a los seguidores del señor tenebroso pues este podía usar al ministro de magia como escudo para camuflar a sus hombres como agentes del ministerio. Aquella noticia les había dejado sin un objetivo claro, no sabían cómo actuar a partir de ahora, o si tendrían que vérselas con nuevas leyes u ordenanzas que fueran destinadas a cumplir los deseos del señor oscuro.
-Tenemos que pensar en que hacer ahora- dijo Fred
-Supongo que nos tocara escondernos - afirmó con tristeza Emily sentada al lado de Angel 
-Es lo que llevamos haciendo todo este tiempo - dijo Nuria con seriedad
-Si, pero antes sabíamos que al menos el ministerio podría ayudarnos, ahora ya no tenemos esa ayuda- dijo Chiara
-Nos tenemos los unos a los otros- dijo Miller con determinación- Que el que no debe ser nombrado haya conseguido hacerse con el ministerio no quiere decir que nos tengamos que rendir a sus deseos, si lo hacemos habrá ganado de verdad. Mientras haya una mínima esperanza de poder vencerle nuestros sueños seguirán con vida, y si nos mantenemos unidos tendremos una familia y un hogar donde resguardarnos.
Todos le miraron y él les devolvió la mirada a todos, uno por uno, no estaban dispuesto a dejar que todos los esfuerzos, todas las lecciones que habían tomado, los riesgos que habían corrido cayeran en un profundo pozo de desesperación y tristeza, ya habían estado mal antes y habían salido adelante siempre juntos, siempre unidos los unos a los otros, y eso es lo que Miller quería mantener, aquella pequeña familia de amigos que hacían frente a los poderes oscuros desde su pequeña casa, con un sueño en mente: recuperar sus vidas.
-Tienes razón - dijo Edu- Si nos mantenemos juntos podemos conseguir lo que nos propongamos. Yo digo que sigamos haciendo frente a quien no debe ser nombrado y sus lacayos.
-Esta bien- dijo Fred,- con gente tan necia como vosotros no hay quien se atreva.
-Pero si nos costáis ganancias - dijo George - las tendréis que pagar de vuestro bolsillo.
Aquella pequeña broma consiguió poner una sonrisa en la cara de todos, hasta Nuria que estaba con la cabeza entre las manos la levantó para mirar a su cuñado y darle un suave codazo en el muslo
-Idiota - susurró
-Debemos saber mas- dijo Ángel- Ahora mismo sabemos una pequeña parte de todo lo que está ocurriendo ahí fuera.
-Tienes razón - dijo Miller- Mañana nos haremos con algún ejemplar del Profeta y veremos que podemos averiguar. Tal vez aun tengamos mas esperanza de las que nos creemos.
-Deberíamos repasar los libros de hechizos defensivos - dijo Nuria poniéndose en pie - Ahora mas que nunca hay que estar preparados para todo lo que nos podamos encontrar.
-Deberíamos contactar con alguno de los miembros de la orden - dijo Fred- Igual mi madre nos pueda dar mas datos, o una colleja por salir sin permiso. 
Él y su hermano se miraron y se rieron y esas risas se contagiaron al resto, era como si la energía de la felicidad que los gemelos siempre llevaban encima estuvieran llenando de nuevo la habitación de una fuerza positiva que poco a poco alejó la nube oscura de las malas noticias que acaban de recibir hacía unas horas.
-Yo no se vosotros- dijo Chiara- Pero voy a iniciarle el diente a esa tarta de limón que hemos dejado abandonada en la cocina.
Todos se giraron hacia la cocina y clavaron sus ojos en la amarilla tarta que se encontraba en el centro de la mesa, con platas y cucharas pequeñas a su alrededor como si se hubiera quedado congelada en el justo instante en que fueran a ponerla sobre los platos. Poco a poco se desplazaron de nuevo a la cocina y Nuria hizo un gesto con la varita y el cuchillo cortó en varios trozos la tarta y se colocaron en sendos platos, cada uno cogió uno y una cuchara y se sentaron a comer con ganas aquella tarta que les supo deliciosamente. Después recogieron todo y lo dejaron fregándose en la pila con el cepillo frotando y un trapo que secaba cada plato que salía para colocarse después en una montaña al lado derecho de la pila.
La rutina de aquellos días dejó paso a una nueva, una rutina de ejercicios con la varita, repaso de hechizos defensivos para la casa e incluso consiguieron perfeccionar las apariciones, que ahora solo realizaban en el  quicio de la puerta para evitar que nadie les pudiera ver entrar o salir de la casa.
A los tres días Ángel llegó con un periódico y se sentó con todos en el salón para leer la ultimas noticias que llegaban.
-Parece ser que la edición del Profeta se ha retrasado - dijo el chico antes de abrirlo y empezó a leerlo en voz alta para que todos pudieran escucharlo:
-“El nuevo ministro de magia Pius Thicknesse ha aceptado el cargo esta misma mañana con un discurso sobre los peligros a los que se enfrenta la comunidad mágica de Inglaterra, según el ministro puede haber disidencias entre los magos y brujas del Reino Unido y por eso pide unidad en la comunidad, ha instado a la clama sobre los rumores de desapariciones o del regreso del señor tenebroso y ha solicitado la ayuda de los aurores para buscar a aquellos magos que propaguen rumores sobre estos temas. También se ha nombrado a Severus Snape como nuevo director del colegio Hogwarts de magia y hechicería, que con la ayuda de la subsecretaria Dolor Umbridge devolverá a esta institución su anterior gloria y valores de enseñanza “
-No, Snape no- dijo Nuria muy seria- Y menos con esa arpia chillona, ¿es que ya no se acuerdan del dolor que causó en su anterior estancia en el colegio?
-Pues parece ser que no- dice Chiara con el ceño fruncido.
-Creo que volver al colegio ya no va a ser una opción demasiado viable - dijo Miller paseando por la habitación.
-¡Ginny!- dijo de pronto Fred- Nuestra hermana ha vuelto al colegio, y ahora estará a merced de este infame Snape, y sabemos que estamos en la lista de los mortifagos como traidores a la sangre.
-No podemos dejarla sola- dijo George mirando a su hermano
-Es nuestra amiga también, así que os ayudaremos - dijo Nuria abrazando a Fred
-Antes de nada tenemos que averiguar como entrar en el castillo - dijo Edu - Si las protecciones siguen activas no podremos entrar apareciendo, y menos aun por la puerta principal.
-Tiene que haber una manera de entrar- dijo Miller - Vamos a repasar los libros de Dumbledore a ver si nos dan una pista. Y tenemos que seguir conociendo mas detalles y noticias.
Todos asintieron y se levantaron o de los asientos, Ángel dejó el periódico con una foto del nuevo ministro sonriendo a las cámaras en medio de una gran estancia del ministerio. Subieron a la biblioteca y comenzaron a sacar libros, pergaminos y libretas para consultar cada una de sus paginas y encontrar una forma de poder entrar en el castillo. Fred repasa el libro “Historia de Hogwarts” por si este pudiera darles mas pistas sobre los entresijos del castillo, George desplegó el mapa del merodeador sobre la mesa y en el podía observar a su hermana en la torre norte del castillo, allí estaban los dormitorios de la casa Gryffindor a la que ella pertenecía, podía ver también los pasadizos de entrada y salida del castillo, pero temía que estuvieran vigilados o sellados. Chiara y Emily revisaban viejos manuales de hechizos defensivos para reforzar las defensas de la casa por si se producía un ataque. Todos estaban enfrascados en una búsqueda concienzuda para intentar averiguar cómo poder ayudar a sus amigos que estaban ahora bajo las garras de un profesor que había sido mortifago y una mujer tan cruel con los niños como lo podía ser un gigante con sus crias.
Pasaron horas en la biblioteca y no fueron realmente conscientes del tiempo que había pasado hasta que Katie subió con una bandeja de te y pastas.
-Ya ha anochecido- les dijo a todos que se giraron para mirarla y luego levantaron la vista al reflejado cielo del techo de la sala, la luna y las estrellas brillaban allí arriba- bajemos a cenar y luego seguiremos.
Edu la dio un suave beso en los labios e hizo un gesto a todos que empezaron a salir de la estancia con libros y pergaminos en las manos. No se iban a rendir, ahora no. Si había una manera de entrar en su antiguo colegio y ayudar a sus amigos la encontrarían.

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