La lista
En la vieja casa de Tonwcester los cinco estudiantes del colegio Hogwarts, habían puesto en marcha un plan para capturar al ladrón de objetos mágicos Sean Morrison con la esperanza de que este les llevara hasta la pista de la gente que los mortifagos pretendían secuestrar. El plan había salido bastante bien y tenían a su objetivo bajo el influjo de la maldición Imperius que el joven mago de Slitherin Ángel Crawford había lanzado sobre Sean. Ahora debían utilizar este recurso con cabeza para poder asestar un pequeño golpe a las redes de Lord Voldemort, y así poder debilitar sus actividades o hacer que se centrase en ellos y poder darles más tiempo a Harry y los demás que se encontraban en una misión secreta para Albus Dumbledore.
La idea inicial que habían tenido era enviar a Morrison a las filas de los carroñeros para así conseguir que se infiltrara y les pasase información valiosa, para ello Ángel había propuesto llevarle a una casa franca donde estos rufianes se solían reunir para planear su próximo golpe y una vez allí ordenar a Morrison que se uniera a la causa del señor Tenebroso y conseguir así valiosa información.
-¿Seguro que sabes dónde está esa casa? - le volvió a preguntar Fred, después de desayunar algo improvisado en la cocina.
-Si, he estado dos veces.-le dijo Ángel llevando con la varita la taza a la pila-Es una casa abandonada en los arrabales de Londres, al estar en ruina nadie se acerca y pueden usarla para tener reuniones sin ser molestados.
-¿Como podremos acércanos? - pregunta Miller acabando de recoger el resto de platos y tazas.
- Enviaremos a Morrison para que les diga que quiere formar parte de la causa de quien no debe ser nombrado y que intente averiguar cuál será su próximo objetivo-dice Crawford deambulando por la cocina
-Pero la maldición Imperius puede perder su control - dice Nuria preocupada
-Si, podría ser un inconveniente- dice Miller sentándose en una silla
-No había contado con eso.-Ángel se para en seco y mira de hito en hito a sus amigos.
-Deberíamos permanecer cerca por si acaso eso llegará a pasar-dice Nuria- Así en caso de que se pasara el efecto de la maldición podríamos actuar nosotros.
-Si, aunque deberemos ir con cuidado.- Fred se coloca detrás de Nuria y la acaricia los hombros- Sabemos que algunos de nosotros podemos ser objetivos y si descubren de Ángel ya no está en su bando podrían atacarnos.
-Podríamos usar poción multijugos -propone Miller mirando a la joven maga que sentada enfrente suyo le devuelve la mirada.
-No tengo todos los ingredientes para elaborarla.- le dice con preocupación-Ademas llevaría un mes en macerar y estar lista, y no creo que tengamos tanto tiempo.
Todos se quedan algo abatidos y pensativos intentando buscar una solución que pudiera darles la posibilidad de estar cerca de Sean por si debían volver a utilizar la maldición Imperius sobre él y así evitar que o bien les delatara o su plan fracasara. Mientras ellos pensaban, en el salón, sentado en el sofá el ladrón miraba con ojos vacíos la pared que tenía enfrente como si ella se encontrara un cuadro que atrajera su completa atención.
-Cuando de pequeño y pasaba los veranos en el pueblo de mi madre, jugaba con mis primos Muggles a ponernos ropas de mayores y hacernos pasar por otros. -dice Miller sonriendo ante el recuerdo- Podemos usar disfraces, con unas ropas muggles podemos hacemos pasar por vagabundos o algo parecido para estar cerca de él.
-Podría funcionar. - Ángel señala con el dedo en gesto de aprobación- Los carroñeros no prestarían atención a unos vagabundos muggles .
-Tendremos que buscar ropas muggles-dice Nuria.
-Seguro que en los armarios de la casa podemos encontrar algo-dice Miller-Los Carrowson tienen familiares muggles y seguro que usan ropas de ese estilo para ir a verles.
Los chicos se pusieron a buscar en las habitaciones, abrieron cómodas, armarios y buscaron en viejas maletas para encontrar ropa que poder utilizar en su nueva idea. Hicieron un gran montón de ropa de todo tipo en el salón, parecía que alguien había entrado en una tienda de ropa y lo habían esparcido por aquel suelo, había abrigos, camisas, corbatas, pantalones, vestidos, sombreros y muchas otras prendas. Poco a poco fueron separando las ropas que creían que más podrían servir al sus propósitos, los chicos lo tenían más fácil ya que el señor Carrowson tenía una estatura baja y las chaquetas, camisas y pantalones les quedaban casi perfectos, pero Nuria tubo más problemas los vestidos que se probaba le quedaban algo más largos de lo que le gustaría.
-Con esto puesto parezco un espantapájaros- dijo con un vestido blanco de encaje que le colgada de todas las partes
Los chicos se rieron y ella les hizo una mueca burlona antes de quitarse el vestido y volver a tirarlo al montón. Se cruzó de brazos y miró de nuevo la montaña de ropa que tenía enfrente pensativa mientras los muchachos seguían riendo y sacando más prendas. Eso le dio una idea, estiró la mano y cogió una chaqueta de color azul oscuro de un traje del señor Carrowson y se lo puso sobre su propia ropa, le quedaba perfecta, así que decidió que no tenía porque llevar un vestido y que llevaría un traje de hombre.
Rebusco entre las demás prendas hasta encontrar todas las partes del traje de color azul oscuro, los pantalones y el chaleco; después miró entre algunas de las camisas que había tiradas por todo el salón y divisó una que podría encajar con el conjunto. Una vez tuvo todas las prendas en una silla las miró con detenimiento y hizo un gesto de afirmación con la cabeza, las cogió todas debajo del brazo y salió de la habitación.
-¿puedo ir contigo? - le preguntó Fred.
-Té has reído, no hay vistas.-dice la chica asomando la cabeza por la puerta con una sonrisa burlona.
Fred se gira desconcertado y mira a los otros dos chicos que se encogen de hombros.
Una vez tuvieron todos los conjuntos dispuestos en sendos montones, se empezaron a cambiar, y aunque era medio día ya dentro de la sala hacía bastante frío, cosa que notaron casi al instante de empezar a quitarse sus prendas.
-Igual tendríamos que haber dejado la chimenea encendida-dijo Ángel volviendo a ponerse su capa.
-Si, es una opción viable - dice Miller de brazos cruzados buscando una camisa.
Fred que estaba sin pantalones se levantó para ir a coger su varita, con ella apuntó a la chimenea y dijo
-Incendio
Acto seguido la madera que estaba en la chimenea empezó a arder con un calor reconfortante, y los tres chicos se acercaron para calentarse, justo en ese momento Nuria entró por la puerta vestida con un traje de tres piezas azul oscuro, y una camisa blanca que la estilizaba mucho.
-Vaya, parece que las vistas divertidas las he tenido yo- dice riendo sin parar. Los tres chicos la miran y comienzan a vestirse a toda prisa mientras ella sale de nuevo de la habitación entre risas.
Por fin estuvieron todos con la ropa puesta, Fred llevaba otro traje de color marrón canela con una camisa azul, que le hacía parecer algún tipo de funcionario o contable. Miller por su parte se había puesto unos pantalones de traje negros con una chaqueta a juego, una camisa blanca y sin corbata. Ángel, por su parte combinó unos pantalones negros, con una chaqueta roja carmesí, una camisa azul y una corbata negra.
-Bueno, al menos parecemos pordioseros-dice Miller mirando a los demás
-No me veo con estos colores- dijo Fred
-Si, yo te veía mejor antes- le dijo Nuria sonriendo de oreja a oreja, lo que hizo que Fred se ruborizará
-Yo me veo muy elegante- dijo Ángel mirándose.
Buscaron unos chaquetones para todos, ya que Miller les había explicado que muy pocos muggles usaban ya capas de viaje o túnicas, así que con los chaquetones puestos y un par de sombreros para Miller y para Fred decidieron que ya estaban listos para poder salir en dirección a Londres. Hicieron ponerse en pie a Sean que seguía sentado en el sofá, Ángel le apuntó con la varita y dijo
-Imperius
Con su espía seguro, salieron al pequeño jardín de la casa adosada y empezaron a caminar por la calle en dirección a un pequeño parque que había al final, a aquella hora del día apenas había gente en las calles y se encontraron el parque vacío; mirando varias veces alrededor se cogieron al brazo de Ángel que ordenó a Sean que se agarrará también y con un fuerte crack se desparecieron.
Notaron como si estuvieran viajando por una tubería a una gran velocidad girando sin parar y notando la presencia de los demás. La velocidad empezó a disminuir y sus pies tocaron el suelo, Nuria y Miller se apartaron un poco, teniendo la sensación de que iban a devolver, aún no tenían aprobado el examen de aparición y les costaba adaptarse a aquella forma de viajar. Fred y Ángel les miraban sonriendo.
-¿Unas grajeas?-pregunto Fred sacando una caja de un bolsillo y sonriendo
-No, gracias- dijo Miller mirándole con el ceño fruncido.
-Ya te daré yo grajea-dijo Nuria incorporándose
-Vale, ahora todos tranquilos-dijo Angel poniéndose serio-La casa esta en la esquina de aquellas dos calles -señalando con el dedo una vieja casa que estaba rodeada por una valla de metal con carteles de madera que con letras rojas rezaba “peligro, no entrar”, y en suelo se podía ver montones de escombros, basura, herramientas, un viejo coche de tres puertas con los cristales rotos y las puertas abiertas, además de otros objetos rotos o abandonados.
-¿Como sabremos si están dentro? - preguntó Nuria mirando en todas las direcciones
-Cuando están dentro, siempre hay un viejo perro en la puerta.-dice Ángel-Es como la gata de Filtch, pero con más mala uva, pertenece a un carroñero llamado Spike, un asesino que ahora está a servicio de los mortifagos cazando a otros magos. Si alguien se acerca sin ser invitado el perro ladra para avisar a los demás, por suerte Morrison y Spike se conocen y su perro le dejará pasar.
-Pues deberemos esperar a que decidan venir-dice Miller
El grupo decide esperar ocultos en un callejón que se encuentra en la misma acera pero un poco mas arriba, desde allí tienen una buena vista de la casa en ruinas y pueden moverse entre las sombras sin apenas ser vistos. Ángel se aleja un poco y con un crack se desparece, para volver al cabo de unos minutos con unos vasos de cartón con una bebida que hecha un humo blanquecino en contraste con el frío de la calle.
-He ido a por unos cafés calientes, así entraremos en calor- les dice mientras los reparte entre los amigos.
Beben con calma y notan el líquido caliente que les reconforta los estómagos y les hace entrar en calor, al menos durante un rato pues una niebla fría y húmeda empezó a cubrir la calle. Fred abrazó a Nuria que temblaba un poco, mientras Miller y Ángel caminaban para intentar entrar en calor, en una esquina apoyado en la pared Sean se cubría con su chaquetón.
Cerca de la noche escucharon un crack, lo cual indicaba que alguien se había aparecido, y el grupo fijó su mirada en la vieja casas. Un hombre alto y con el pelo blanco desmarañado, con un gran chaquetón gris se acercó a la verja seguido de un gran perro marrón claro. Apartó la verja e hizo entrar al perro que paso a su lado olisqueando el coche y luego un viejo colchón. El hombre se acercó a la puerta y sacó del bolsillo del chaquetón una varita y la hizo girar enfrente de la puerta que se hizo a un lado.
El grupo de jóvenes magos esperaban tras la esquina en la que llevaban toda la tarde hasta que empezaron a llegar los invitados, dos hombres delgados con unos vaqueros rotos, chaqueta de cuero negro, botas marrones altas y pelo peinado al lado, ambos iban iguales. Luego apareció otro hombre un poco más alto con una túnica negra y roja, un capa de viaje negro con partes color plata apagado, unos mocasines negros y un sombrero tipo bombín bastante desgastado que en su día seguramente sería de color negro. Por último llegó un hombre vestido con un traje a rayas grises, chaqueta corta azul y totalmente calvo.
-Creo que están todos-dijo Angel y miró con disimulo la casa y la calle por si aparecían más.
-Vale, tendremos que acercarnos y distraer como podamos al perro. Después será cosa tuya y de Morrison-dijo Miller , el resto asintió y se pusieron en marcha.
Bajaron por la calle hasta la puerta de la verja, allí vieron al perro tumbado en la entrada de la casa. Ángel miró hacia adentro de la verja intentando ver si alguno de los hombres había quedado fuera, pero no vio a nadie. Se giró hacia Morrison.
-Ahora entraremos y me ayudarás a conseguir la lista de las personas que quieren secuestrar - le dijo en tono imperativo- Vas a decirles que quieres ser parte de su causa y que estas aquí para servir a los designios del señor Tenebroso.
-Si, eso haré- Morrison contesto sumiso y miró a Ángel.
-Bien, vamos allá- dijo Miller y sacó la varita con la,que apuntó al perro-!confindus¡
El perro se levantó y empezó a buscar entre los escombros y se alejó de la puerta, momento que aprovechó Ángel para acercarse con Morrison a la puerta y el ladrón llamó con un código de golpes.
La puerta se abrió tras unos segundos y apareció el dueño del perro que miró a Morrison y luego a Ángel.
-Morrison, viejo escurridizo. ¿Que te trae por aquí?- le preguntó dándole la mano
-He decidido ofrecer mi lealtad a Lord Voldemort- dijo con resulta decisión.
-Vaya, así que has cambiado de opinión al final, sabía que entrarías en razón- dijo el carroñero dándole un golpe en el hombro - ¿Quien es tu amigo?
-Soy Ángel Crawford, mi padre sirvió al señor tenebroso y ahora yo sigo su legado- dijo el muchacho con decisión, completamente dentro de su papel-Vengo con Sean para ayudar en lo que pueda a la causa.
El hombre le miró de hito en hito y luego miró hacia la calle desierta.
-Bien, pasad dentro. Estamos tratando temas en los que podrías ayudar- dice el hombre dejando sitio para que ambos entren
Miller, Nuria y Fred observaban desde una de las esquinas de la verja a la espera, vieron a Ángel y Morrison entrar y que la puerta volvía a cerrarse.
-Ahora toca esperar y tener fe de que puedan conseguirlo-dice Nuria
Pasaron los minutos y la niebla parecía querer quedarse con ellos, estaban helados de frío, y en tensión esperando a que su amigo saliera de esa horrenda casa con información valiosa.
Unas luces de colores verdes y rojas se empezaron a ver a través de las ventanas del tercer piso de la casa en ruinas, parecía que alguien estaba lanzando fuegos artificiales, o hechizos.
-¡Algo no va bien!- dijo Miller que varita en mano se dirige corriendo a la puerta dispuesto a abrirla como fuera, detrás Nuria y Fred preparan sus varitas y se colocan cerca de su amigo. Pero no les hizo falta abrir la puerta; un ruido de cristales rotos les hizo levantar la cabeza.
-¡Cuidado! - grito Fred mirando hacia la figura oscura que salía por la ventana del tercer piso y caía como una piedra
-¡Es Ángel¡ - dijo Nuria. Y empezó a moverse a un lado de la puerta por si esta se abría de repente.
Miller echo un vistazo hacia arriba y vio a Ángel cayendo en dirección al coche que estaba en medio del patio, así que con rapidez se movió hacia allí y con la varita en la mano apuntó a Ángel, tenía que ser en el momento preciso o no sería de utilidad lo que tenía en mente. Ángel se precipitaba a toda velocidad hacia el techo del coche, mirando desesperado hacia el lugar en el que iba a caer se cubrió la cara con las manos instintivamente.
-¡Wingardium Leviosa! - grito Miller moviendo la varita.
Crawford abrió los ojos y se vio suspendido a escasos centímetros del techo del coche desvencijado, giró la mirada y vio a Miller con la varita en la mano sosteniendo el hechizo, y poco a poco fue bajando hasta tocar el suelo.
-Té debo una. - le dijo mirándole.
Nuria miró hacia la ventana por la que había salido disparado su amigo y vio a uno de los dos hermano asomado por ella, con la varita apuntó hacia allí y gritó
-¡Desmayus!- el chorro de luz roja golpeó al hombre en el pecho cuando intentaba saltar por la misma ventana y cayó hacia el interior de la casa con un ruido sordo.
Los chicos pensaron que era hora de poner tierra de por medio y empezaron a correr en dirección al callejón donde se habían escondido toda la tarde a la espera. Cuando ya flanqueaban la puerta de la verja y enfilaban la calle escucharon la puerta que se abría de golpe y destellos azules y rojos les pasaron muy cerca, les estaban persiguiendo.
-¡Corred, van por ahí, se llevan la lista! - una voz ronca de hombre a sus espaldas.
Los chicos corrían y no paraban de moverse de un lado a otro para esquivar las maldiciones que se estrellaban contra las paredes o los cubos de basura haciéndolos saltar por los aires. De vez en cuando alguno de ellos se giraba y lanzaba un hechizo de desarme o de protección.
-¡Protego! - Fred paro una maldición que hubiera impactado en la espalda de Nuria.
-¡Expelisrmus! - Miller lanzaba un hechizo mientras giraba sobre si mismo, este paso rozando al otro hermano que se escondió detrás de una farola. Luego el joven mago siguió corriendo para reunirse con sus amigos que ya estaban en la esquina, desde la cual Nuria lanzó desde su varita unas cuerdas que se enredaron en las piernas del hombre alto y calvo, que cayó sobre unas bolsas de basura intentando librarse de las cuerdas que le aprisionaban.
Ángel lanzó otras dos maldiciones y los carroñeros se parapetaron tras una verja de una casa cercana.
-¡ahora, cogeros a mi! ¡Rápido! - les gritó Ángel y todos saltaron para aferrarse a un brazo y con un fuerte Crack se desaparecieron.
Las farolas ya iluminaban la última casa adosada en la calle FordHill en Towncester, y las sombras vagaban a su antojo. La fría noche estaba tranquila y silenciosa, por detrás de las verjas de piedra de los adosados los setos se movían con el viento de la noche y empezaba a caer una fina lluvia. Un crack rompió aquel silencio nocturno y cuatro jóvenes aparecieron enfrente de la puerta de la última casa, la abrieron mirando a todos los lados, como si temieran que alguien les pudiera ver y una vez todos entraron al interior la puerta se cerró y la tranquilidad y el silencio de la noche regresaron.
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