Poción multijugos
Los jóvenes magos sentados en la penumbra del salón de la casa de los Carrason, estaban pensativos, aunque habían conseguido una lista de posibles objetivos por parte de los carroñeros al servicio de Lord Voldemort, no podían saber cual sería el primero de todos en ser atacado o secuestrado. Revisaron la lista varias veces intentando averiguar cual podría ser el siguiente, pero tan solo estaban los nombres, ninguna indicación o marca que les pudría dar esa pista.
Encendieron la chimenea para calentarse un poco y relajarse, la emoción de la noche de ayer les había dejado muy tensos y querían sentirse algo tranquilos antes de continuar. Hicieron una cena básica con unos sándwiches de queso y un poco de carne que habían calentado de forma apresurada en la chimenea. Fred y Nuria se acomodaron juntos en el sofá, ella se abrazó a él cerca de uno de los brazos del sofá. Miller se sentó en una de las butacas que quedaban en la sala y Ángel estaba sentado en la alfombra que había en el suelo justo delante del acogedor fuego. La lista reposaba en la mesita de café que habían apartado para ponerla junto a la puerta de la estancia, junto otros muchos pergaminos, un mapa y varios libros y frascos.
Comieron en silencio, cada uno de ellos pesando en una forma de averiguar cómo poder adelantarse a los carroñeros y poder frustrar sus planes de seguir con las desapariciones que el ministerio de magia atribuía a Sirius Black en un desesperado intento de no aceptar la amarga verdad de que el señor tenebroso había regresado y recuperaba poder a diario.
Nuria, recostada sobre las rodillas de Fred levantó la cabeza para mirar a sus amigos, parecía que el entusiasmo que les había impulsado a enfrentar el mal que estaba acechando a la comunidad mágica estaba desapareciendo por momentos.
-¿Alguna idea?- dijo en un monótono bastante apagado
-Nada, no se me ocurre nada que pueda darnos esa pequeña ventaja que buscamos, si al menos hubiéramos podido retener a Morrison, podríamos usarle como espía o infiltrado- Ángel se levantó y deambulaba por la sala con cara seria y pensativa.
-No fue culpa tuya- le dijo Nuria con tono maternal- No podías saber que el efecto de la maldición Imperius fuera a desaparecer de repente, y menos aún que al salir de su estado fuera a ponerse a insultar y acusarte de traicionarle.
-Al menos pudiste hacerte con la lista- dice Fred- Sin ella sí que estaríamos en completa oscuridad.
-Si al menos tuviéramos más ingredientes, podríamos hacer poción multijugos y hacernos pasar por un mortifago o carroñero-dijo Miller
-¡Eso es! - dijo Nuria con renovado entusiasmo saltando del sofá para ponerse en el medio de la sala-En el hospital San Mungo tienen una cantidad para poder animar a pacientes muy enfermas o hacerse pasar por familiares de aquellos que han pedido sus recuerdos. Podría pedirle a Damilia que nos deje un poco.
Todos se giraron para mirarla, estaba de pie sobre la alfombra mirando de uno a uno a los chicos. Fred se acomodó mejor en el sofá.
-¿Crees que nos dejará la poción? - le preguntó a Nuria
-Si, si sabe que la vamos a usar para una buena causa.-dice ella mirándole a los ojos.
-Podría funcionar- dijo Miller poniéndose en pie y acercándose a la bruja que se giró para mirarle con una sonrisa en el rostro.
-Pero, aunque tengamos la poción, necesitamos pelo de un mortifago para poder transformarnos en esa persona-dijo Ángel en un tono muy escéptico.
-En eso tienes razón- dijo Nuria que lo miraba mientras la sonrisa se desvanecía.
-No hay problema- dijo de pronto Fred haciendo que todos le miraran con cara de sorpresa y asombro.
-¿Conoces a algún mortifago, cariño?- le dijo Nuria poniendo los brazos en jarra delante el muchacho?.
-No, personalmente no, pero hay una lista de los mortifagos conocidos en el departamento de justicia mágica en el ministerio. Mi padre nos llevo una vez a mi y a mi hermano y nos dejo verla para que conociéramos posibles amenazas contra nuestra familia. Y dos de ellos están en San Mungo porque alguien les borró todos sus recuerdos, Rowle y Dolohov.
-¿Como sabes tú que están en San Mungo?- dice Miller con cara de estupor.
-Lo he leído en el profeta de hace tres días- Fred se gira y rebusca en su mochila y saca un ejemplar del periódico mágico, en cuya portada aparecen dos aurores que acompañan a un par de hombres con mono de trabajo azul y parecen desconcertados mirando a todos los lados.
Miller coge el periódico y lo lee: “Los dos mortifagos evadidos de la justicia fueron encontrados en una cafetería del centro de Londres. El lugar tuvo que ser reparado por los aurores debido a los grandes daños provocados por varios hechizos. La camarera fue desmemorizada tras averiguar que tres jóvenes habían peleado con los dos fugitivos y le habían dicho que saliera corriendo. Por la descripción podría tratarse de Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Garnger.”
El chico bajo el periódico y miró a Fred a los ojos, este le devolvió la mirada y asintió con una sonrisa de aprobación.
-Esperar. -Ángel se les acerca desde el otro lado de la sala y se pone a su altura- ¿Queréis entrar en el hospital de San Mungo, subir a la sala donde están los dos mortifagos bajo la vigilancia de los aurores del ministerio, quitarles pelos y usarlos para la poción multijugos? - la cara del joven mago es de estupor total.
-Si, en teoría ese sería el plan- dice Miller
-Ohhhh que buena idea, y ¿como vamos a esquivar a los aurores? En un enfrentamiento abierto con ellos saldríamos perdiendo-Ángel se deja caer en el sofá haciendo movimientos con los brazos.
-No necesitamos enfrentarnos a ellos, solo pedirles amablemente una muestras para su estudio-dice Fred sonriendo.
-¿Como?, no somos sanadores ni miembros del hospital.- Ángel sigue sentado en el sofá negando con la cabeza.
-Nosotros no, pero si conocemos a una joven sanadora que aún tiene que hacer prácticas en el hospital.-Miller se gira y mira a Nuria que los observa con cara seria, y poco a poco esa mueca se transforma en sorpresa.
-¿Yo?- les dice señalándose con un dedo
-Si, tú. -Fred se acerca a ella para darle un beso en los labios.
-A ver si lo he entendido bien. - ella se separa de él para pasear por la sala haciendo movimientos con las manos- Tengo que colarme en el hospital, subir a la planta cuarta para gente afectada por encantamientos, entrar en la sala con aurores y dos mortifagos, cogerles pelo y salir de allí por la puerta. ¿Eso es todo?
Los chicos se juntan en el sofá y la miran con una sonrisa en la boca, mientras ella de pie en frente suyo empieza a negar con la cabeza.
-No, no no - dice empezando a andar de nuevo- ¿Y si me pillan? ¿Y si. Estas alturas ya les han devuelto los recuerdos y no están allí? ¿Y si....
Fred se acerca a ella sonriendo con ternura y la coge por los hombros, ella levanta la mirada para fijarla en los ojos profundos y marrones del chico. Podría ser capaz de perderse en ellos durante días, siempre había sentido esa sensación de calma y amor cuando la miraba, cuando se acercaba y notaba sus manos en la piel.
-Princesa, yo se que puedes hacerlo.- le dice con dulzura- Eres la mujer más valiente que conozco, has demostrado tu coraje desde que todo esto empezó y lo has arriesgado todo para ayudar a que estos días oscuros terminen. Por eso me casé contigo, porque sabía que a tu lado podríamos conseguir todo lo que nos propusiéramos.
-Eres un zalamero, pero me gusta que me digas cosas así.- ella le besa y luego coloca su cabeza en el pecho del muchacho. -Se que juntos podemos superar cualquier cosa. Esta bien lo haré.
-Genial mi estrella.- Fred la abraza con fuerza.
-Ademas, seguro que a ti te queda mejor la túnica de sanadora que a mi - dice Miller
Recogen sus ropas y se preparan para ir al hospital mágico, saben que aparecerse muy cerca de este podría ser una jugada peligrosa, por ello se reúnen y deciden que deberán llegar un par de calles antes para luego ir caminando y así poder evitar llamar demasiado la atención, tanto de los magos y brujas que puedan acudir al hospital, como de los Muggles que están por esas calles.
Habían decidido que para minimizar los peligros de ser descubiertos viajarían de noche, cuando las calles están casi vacías de gente.
Ataviados con capas y ropa de los dueños de la casa y algunas suyas, se encaminan a la puerta de salida, Ángel la abre y mira a un lado y luego al otro, nada se mueve fuera salvo las hojas de los árboles del paseo que tienen enfrente de las casas adosadas. Se giró hacia el interior y les hizo un gesto a los demás para que supieran que todo estaba despejado. Salieron al jardín delantero de la casa y cerraron la puerta.
-Fermaportus- Miller apunta con la varita a la puerta de la casa para asegurase de que permanecerá cerrada.
Ángel se sitúa a un lado de la calle, entre dos arboles y el resto se acercarán a él y se aferran a su brazo. Notan como giran sobre sí mismos a gran velocidad mientras parece que estén deslizándose por una tubería, notan el viento y los olores a medida que se mueven por calles y callejones hasta que se detienen con un crack y sus pies vuelven a tocar suelo firme.
-El hospital está más abajo por aquella avenida- les indica Nuria señalando a una gran avenida.
Salen del callejón en el que se han aparecido y recorren la avenida, delante van Fred y Nuria cogidos de la mano y parándose de vez en cuando a mira un escaparate, mientras detrás suyo Miller y Ángel tienen una animada charla sobre la liga de fútbol. Miller le tuvo que explicar a Ángel en que consistía aquel deporte muggle para que la conversación resultara convincente.
Giraron hacia unos grandes almacenes, en cuyos escaparates había un cartel que ponía: “Próxima apertura” también había unos pocos maniquíes desvencijados con ropa pasada de moda.
Nuria se acercó al escaparte en el que había el maniquí de una mujer con un delantal y dijo:
-Venimos al hospital para una revisión.
El maniquí no se movió pero se escuchó una voz que dijo: “Por favor, pasen a recepción”
Los cuatro amigos cruzaron el escaparate como si de una cortina de agua se tratase y se encontraron en el acceso de una gran sala de espera, con varias filas de sillas de color marrón, un mostrador donde había una bruja rubia ataviada con una túnica verde y un peinado recargado atendía a dos magos. Les indico con el dedo las puertas que había a la derecha y se fueron por ellas. Los amigos se acercaron al mostrador y la bruja levantó perezosamente la mirada hacia ellos.
-Vaya Nuria, hola.-dijo al ver el rostro sonriente de la joven practicante.-Creí que hoy no vendrías.
-Si, Damilia me ha pedido ayuda con las pociones contra la mordedura de los hombres lobo.-dijo ella un poco nerviosa.
-Pues ya sabes dónde está.- le dijo la bruja rubia-¿Y tus amigos?
-Han venido a esperarme un ver a un familiar que está en la planta cuarta - dijo ella más sonriente.
-Bueno, diles que no molesten, ya sabes que el horario de visitas acaba en una hora- dijo la bruja de recepción volviendo a bajar la mirada a sus papeles.
-Vale, gracias- Nuria se giró y les hizo un gesto a los chicos para que entraran por las dobles puertas.
Los cuatro pasaron al pasillo de la planta baja y sugirieron a Nuria que subió a la primera a planta y pasó por otras puertas para seguir un largo pasillo hacia una única puerta que tenía un letrero el que se podía leer: “sala de pociones. Solo personal autorizado”
-Vosotros subid a la planta quinta, a la cafetería y quedaros cerca de la escalera-les dijo a los chicos- Si algo sale mal será más fácil que salgamos por ahí que tener una confrontación en mitad de una sala con pacientes de por medio.
-Ten mucho cuidad amor- Fred la beso y luego se fue con los otros dos chicos hacia las escaleras.
Nuria observó cómo recorrían el pasillo y escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Trago saliva ,respiro profundo y abrió la puerta con decisión. La sala estaba como siempre, las estanterías con ingredientes estaban abiertas y de los calderos que utilizaban para la fabricación de pociones solo había tres con fuego debajo y con contenido burbujeante en su interior. Recorrió la sala con la mirada y pudo ver a Damilia al fondo, sentada en su vieja silla de madera revisando el contenido de unos frascos de vidrio llenos de un líquido rojo carmesí y anotando algo en un pergamino. Se acercó con calma hasta la sanadora y la llamo.
-Damilia, hola. ¿Como va la noche?
-Nuria, ¿que haces por aquí?- la sanadora la miró con una mezcla de alegría y sorpresa - ¿Tenias turno de prácticas hoy?
-No, he venido a echarte una mano, por si necesitas ayuda. Además creo que me puede ayudar un poco más-dice Nuria sonriendo. La sanadora repasa sus notas y se levanta de la silla.
-Pues de verdad te lo agradezco- dice Damilia mirando a la joven con una sonrisa, las ojeras que tiene son bastante marcadas lo cual le indica a Nuria que la sanadora lleva unos días sin apenas dormir.
-Si quieres hago una ronda de inspección y puedes descansar un rato- la joven la mira con dulce expresión y se quita la capa que lleva para coger una de color blanco con un crespón rojo en la solapa.
-Si no te importa, sería un alivio para mi- Damilia se despereza y le hace entrega de unos pergaminos con las indicaciones de los pacientes que requieren pociones o revisión aquella noche.
-Bien pues yo me hago cargo, tu sube a la sala de descanso y duerme un poco.- Nuria coge los pergaminos con una pequeña tabla de madera y una pinza para sostenerlos en la misma.-Yo empiezo ahora a revisar esto.
-Gracias querida -Damilia la hace un gesto de aprobación y sale de la sala. La joven bruja se asegura de que ya no puede molestarla y se acerca a la estantería de las pociones, mira los letreros que hay debajo de cada cajón de madera que contiene varios recipientes de vidrio, hasta que localiza lo que está buscando. En un pequeño cajón de madera que se extrae hay un letrero escrito a mano que pone “Poción Multijugos”, Nuria lo abre y ve que hay cuatro frascos de tamaño medio, con uno de ellos en la mano calcula que este podría valer para hacer pasar a los cuatro por otra persona durante unas horas. Posiblemente con uno sería suficiente. Así que lo guardo en su mochila y luego reviso otros cajones y fue apuntando en los pergaminos los números de las pociones, cuando llegó a la casilla donde ponía multijugos, puso un número menos para que al menos quedará cuadrado el número de pociones del cajón con el de las cuentas.
Después de un rato revisando y contando las pociones que había en los cajones, hizo lo mismo con los ingredientes y el contenido de los calderos.
Una vez las pociones, ingredientes y calderos estuvieron contados y anotados, sacó el segundo pergamino y tras leerlo por encima vio que tenía un pacientes en la planta cuarta que tenía que tomarse una poción de restauración de recuerdos. Así que decidió que esa sería su llave para poder entrar allí y conseguir los pelos que necesitaba. Salió de la sala con sus pergaminos y la poción que tenía que darle al paciente y subió directa a la cuarta planta.
En la puerta había dos hombres con chaquetón marrón largo, traje y corbata que entendió serían aurores custodiando la puerta.
Al acercarse a ellos, les enseño el pase que le habían dado para que pudiera acceder a las distintas plantas como estudiante de sanador. Uno de los aurores lo reviso y miró a Nuria de arriba abajo mientras ella le sonreía tímidamente. Una vez comprobó todo, le devolvió el pase y le abrió la puerta. Ella le dio las gracias y entró al pasillo.
En medio del mismo estaba el antiguo profesor Lockhart que estaba sentado en una silla y hacía gestos como si estuviera firmando con una de las manos.
-Ahhh querida, ya veo que has venido a que te firme esos papeles- le dijo a Nuria dedicándole una amplia sonrisa, con unos dientes perfectos. -¿Serán todos para ti? Serás mi mayor fan supongo.
-No, hoy no Gileroy. Mañana te traeré unas fotos para que me las firme. - le dijo ella con dulzura y él la sonrió e hizo una leve reverencia.
La chica siguió recorriendo el pasillo hasta que vio en dos camas a unos hombres que estaban atados con cadenas a la cama y dormían plácidamente.
Se acercó con mucho cuidado y vio que enfrente suyo sentado en una silla había otro hombre trajeado, de pelo entrecano con facciones muy serias y algunas cicatrices en el rostro que le conferían un aspecto temible.
-Hola, vengo a hacer la revisión de estos pacientes-dijo intentando disimular el nerviosismo.
El auror la miró por encima de los papeles que estaba leyendo y clavo su mirada en la chica.
-¿Eres del turno de noche? No te había visto antes. - le dijo cruzando una pierna sobre la otra
-Si, bueno estoy en prácticas para ser sanadora y la sanadora Damilia me dijo que me vendría bien hacer estas revisiones para mejorar mi nota- Nuria enseño el pase al hombre que lo reviso y se lo devolvió.
-Vale, te dejo trabajar. Estaré en el pasillo- le dijo recogiendo la varita que tenía en la mesita de al lado de la silla.
-Muchas gracias- dijo ella y se acercó a las camas mientras sacaba los pergaminos y hacía que los revisaba. Se aseguró dos veces que el hombre no la podía ver y se acercó primero a uno y estirando la mano arranco unos cuantos pelos de la zona de arriba de la cabeza, el pelo de color oscuro lo guardo en un pequeño recipiente de vidrio y lo cerró con una tapa de corcho, después repitió la operación con el otro hombre, los pelos rubios también acabaron en un recipiente de vidrio. Y cuando lo cerraba el hombre se movió y abrió los ojos que giraron en todas direcciones.
-¿Que pasa? ¿Donde estoy?,¿que me están haciendo? - estaba muy asustado y desconcertado. Nuria retrocedió ante la sorpresa y buscó la varita en el bolsillo, pero en ese momento el auror regresó y apuntó con la varita al hombre de la cama y este se empezó a quedar dormido hasta que dejó de moverse y su respiración se volvió lenta y acompasada.
-Perdón, me he asustado- dijo Nuria que aún estaba a sorprendida
-No se preocupe, es la segunda vez que pasa. Espero que tenga todo lo que necesita, en cuanto antes recuerden lo que paso, antes podremos juzgarles.- el auror parecía ansioso y molesto.
-Si, ya lo tengo todo. Muchas gracias y por salvarme- dice ella
-De nada- dice el auror. Nuria se dio la vuelta y empezó a andar- Señorita, la próxima vez mejor venga con un sanador autorizado.
Nuria ser había girado asustada, pero al ver la expresión tranquila del auror se tranquilizó y se fue despacio.
Salió al pasillo y subió con calma la escalera y vio a los chicos sentados en las escaleras expectantes.
-¿Y bien?- dijo Fred.
-Los tengo-dijo ella sacando los frascos del bolsillo y sonriendo
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